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‘Andalucía, primer aviso’, por Carmen Esteban Sanz

Gacetín Madrid

Artículo de opinión por Carmen Esteban Sanz, estudiante de derecho y ciencias políticas en la UC3M.

Los resultados de las elecciones andaluzas dan un vuelco al panorama político español y rompen con los feudos establecidos. Este domingo 19 de junio han tenido lugar las elecciones andaluzas y son muchos los expertos que ven en estos resultados un augurio de lo que pueda presenciarse en las próximas elecciones nacionales de 2023.

Moreno Bonilla (PP) arrasa, superando la mayoría absoluta por tres escaños (58), la ultraderecha parece tocar techo (14) y la izquierda se desinfla. El PSOE pierde tres escaños (30) y pasa de ser el partido más votado al segundo puesto, siendo abismal la distancia que le separa del Partido Popular. Adelante Andalucía, formación que acudía en coalición a los comicios de 2018, se abre paso en solitario con 2 escaños mientras que, Por Andalucía, principal coalición de izquierdas, solo consigue 5 escaños. Uno de los sucesos más llamativos ha sido el fallido “Macarenazo” de Vox. Las elecciones de 2018 supusieron un antes y un después para la ultraderecha, consiguieron abrirse paso en las instituciones españolas, no obstante, la estrategia moderada del candidato popular ha conseguido frenar el impacto populista de Olona. Aunque los de Abascal aumentan dos escaños (14), el resultado no es el esperado. Las y los andaluces han penalizado el juego de ajedrez llevado a cabo por Vox desde la capital. Colocar peones en las diferentes comunidades autónomas sin existir entre los candidatos y la tierra a la que buscan representar un mínimo arraigo es algo que la ciudadanía castiga en las urnas, y así ha sido a pesar de no perder representación. Por su parte Ciudadanos consolida su muerte política.

¿Qué ha sucedido para que un feudo socialista consolidado le otorgue esta gran confianza a la derecha?

Por un lado, el carisma del candidato popular junto a su estrategia personalista. Desde el primer momento Moreno Bonilla ha tomado la estrategia de Feijóo de intentar separar, hasta donde sea posible, su candidatura de la identificación partidista, huyendo de logos y símbolos clásicos y buscando fortalecer un voto personal para poder sortear así las anteriores mayorías socialistas. Además, alude a una moderación, que, aunque más o menos cierta, confabula con el argumento extendido por la izquierda sobre el miedo a la ultraderecha. El argumento “derechos o derechas” está caducado. Ya no sirve apelar al pasado para controlar el futuro, la ultraderecha está y convive con nosotros, por lo que cuenta con suficiente legitimidad que ninguna campaña puede tumbar. La crítica debe dirigirse a los proyectos y la gestión.

Por otro lado, el desplome de las fuerzas de izquierdas intensifica la victoria de los populares. Juan Espadas era un candidato poco conocido que no ha gozado del tiempo necesario para abrirse paso en todos los hogares andaluces, solo un 75% de ellos logran identificarle. El hartazgo de los y las andaluzas con el Partido Socialista ha sido, junto al castigo al gobierno de Pedro Sánchez, la principal razón por la que Espadas no ha conseguido una mayor confianza, llegando a perder tres escaños respecto a 2018. La campaña socialista ha girado en torno a la gestión nacional. La presencia de líderes externos a Andalucía, aunque a priori parecía una buena idea, ha perjudicado los resultados de la formación dado el desgaste que sufre el gobierno de Sánchez por la crisis de la pandemia y de Ucrania. La coalición de izquierdas Por Andalucía se ha dejado llevar por las ganas de afianzar un trampolín para las próximas generales y han transformado a su líder, Inma Nieto (IU), en una versión andaluza de Yolanda Díaz. Quizás hubiera sido más acertado mantener a Juan Antonio Delgado (Podemos Andalucía) como cabeza de lista. Teresa Rodríguez se abre paso con dos escaños, por primera vez de manera independiente a Podemos. Contar con nuevas alternativas y configuraciones distrae al votante y favorece la indecisión.

Ante este acontecimiento histórico, ¿qué panorama se les plantea a los partidos derrotados?

Es clave para el PSOE comprender los factores que han llevado a la ciudadanía andaluza a no otorgarle su confianza. Estos resultados son un presagio de lo que puede suceder en 2023, de producirse algo similar peligra la gobernabilidad de Pedro Sánchez y la coalición. Algo falla, y es que, a pesar de derogar la reforma laboral, activar los ERTE, mejorar las inversiones en educación y sanidad y el resto de las políticas progresistas implementadas en beneficio de los y las españolas, el votante medio, en este caso andaluz, no percibe esta gestión como útil. Deben reflexionar a todos los niveles territoriales sobre las formas de involucrar al ciudadano en política, hacer pedagogía y demostrar que sí hay una forma de hacer política diferente. Las próximas semanas la izquierda, y sobre todo el PSOE, debe plantearse cómo quiere llegar a 2023, si con un proyecto caducado o con ideas frescas e innovadoras que consigan volver a enamorar al votante.

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