por Iván Rodríguez García, miembro de la directiva de Europeístas y Coordinador GT salud mental.
Hoy, como cualquier día, se han suicidado 10 personas en España. Hoy, como cualquier día, salvo que sea un personaje público, no saldrá en los medios que estas personas han decidido poner fin al sufrimiento que sentían; y es que hablar de suicido, ayuda a entender, ayuda a saber buscar apoyo, a salir del laberinto, en definitiva, PREVIENE.
Por eso hoy, a pesar de que esta lacra sigue su curso, este 10 de septiembre alzamos la voz para insistir en que seguimos igual. Como sociedad debemos reclamar más campañas sociales públicas para prevenir el suicidio, actualizar los protocolos de actuación primaria y realizar un plan de prevención nacional, que a día de hoy es inexistente.
España en el año 2005, firmó en la conferencia organizada por la OMS (organización mundial de la salud) la declaración de Helsinki, que contenía un conjunto de prioridades y acciones para la promoción de la salud mental, un compromiso de establecimiento medidas de detección y prevención con el fin de evitar el aumento de casos de enfermedades mentales y desenlaces trágicos como el suicidio; desde el año 2005 y tras pasar por diferentes gobiernos España, incumple el tratado de Helsinki, al no disponer de acuerdos, ni planes preventivos nacionales y multidisciplinares en vigor completos y efectivos.
El suicidio es una consecuencia fatal de la falta de salud mental, la cual se ha deteriorado con la pandemia vivida; España arrastra el déficit del incumplimiento de Helsinki, que ha golpeado en especial a nuestros adolescentes y jóvenes, convirtiéndose el suicidio en la segunda causa principal de fallecimiento entre jóvenes (15-29 años).
En España, según los últimos datos el Instituto Nacional de Estadística (INE) el suicidio es la principal causa externa de mortalidad en España. En 2016 fallecieron por este motivo 3.569 personas (2.662 hombres y 907 mujeres), tres veces más que las víctimas de accidentes de tráfico.
Europa no es perfecta, pero es un buen espejo mirar a nuestros conciudadanos europeos y copiar sin pudor sus mejores prácticas en diferentes materias, pues cooperar entre países y ciudades para acabar con los grandes problemas comunes, es el espíritu de la UE. Si tenemos esa posibilidad, ¿Por qué no se avanza? Muy sencillo, el suicidio no da votos; es más fácil jugar al populismo, pelearse por ideologías del pasado, por cambiar el nombre de las calles una y otra vez, por contratar más asesores o referirse a la condición física del rival político… mientras, mueren miles de personas, que no les importan.
En los últimos años he tenido el placer de colaborar y trabajar con grandes profesionales de diversos campos de la sanidad, seguridad y educación y el denominador común está claro: VOLUNTAD y COOPERACION, dejando los egos y los colores a un lado.
Los profesionales no disponen de datos claros para el estudio detallado de como se producen los fallecimientos por suicidio, no se dispone de un teléfono gratuito estatal con profesionales cualificados para la atención a personas con conductas suicidas y familiares en duelo (han tenido que hacer este trabajo las asociaciones ante la dejación de funciones de la administración), los planes de estudios no tienen postgrados con especializaciones en suicidio para psicólogos y psiquiatras, y un largo etcétera de carencias, que harían que pudiéramos reducir progresivamente los suicidios.
Por eso hoy, como cualquier día, es momento de tender la mano a cualquier asociación, partido político, ciudadano y administración que valore la vida por encima de sus intereses.
Por eso hoy, especialmente hoy, recuerdo a los que perdí y que no encontraron salida; miro mis cicatrices y recuerdo que sobreviví para intentar que nadie se quede en el camino.