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Artículo de opinión por Carmen Esteban Sanz, estudiante de derecho y ciencias políticas en la UC3M.
O VOX O ESPAÑA
Pablo Casado y su nocaut.
Todas las apuestas iban en su contra, sin embargo, el líder del Partido Popular consiguió remontar en la prórroga de la partida. Casado ha conseguido resurgir de sus cenizas y dar aliento a su partido que se venía ahogando por causa de la puesta entre la espada y la pared a manos de la ultraderecha.
El silencio del Partido Popular previo a la moción de censura ha mantenido a todos, simpatizantes y no, frente al televisor y con las notificaciones activadas. Los pronósticos para el partido de Casado eran malos fuera cual fuere su decisión. El voto a favor de la moción de Abascal suponía reconocer a Vox como partido líder de la oposición, la abstención venía acompañada de cierto sentimiento de dejadez y cobardía y la negativa podía traer consigo la revuelta de algunos de sus militantes y electores. Sin embargo, el discurso de Casado ha roto todos los esquemas.
Desde el inicio de la legislatura y ante los resultados de las elecciones, el Partido Popular ha intentado por todos los medios recuperar la fuga de votos a Vox constatada en la consolidación de éste último como tercera fuerza parlamentaria. Ya fuimos testigos de ello durante la última campaña en la que Casado basó su estrategia electoral en desplazarse hacia la derecha para evitar dicha fuga, no obstante, los esfuerzos por retener a sus votantes no dieron sus frutos, al contrario, y al igual que le sucedió al partido de Rivera, terminaron alentando la huida de electores.
La estrategia de radicalización podría parecer útil en campaña, pero el partido de Casado ha seguido profesándola durante los dos años de legislatura socialista. La marca más característica: Cayetana Álvarez de Toledo. La elección de Cayetana como portavoz fue como lanzar las redes de pesca en el mar muerto. Es más, dicha elección hizo difícil para los ciudadanos distinguir el discurso de los conservadores del de sus compañeros de trinchera. Los populares cayeron en las redes de la ultraderecha practicando un debate político propio de la barra de un bar, siendo benévola. Durante estos dos años perdimos al PP de Rajoy y en su lugar obtuvimos una oposición digna de Aznar. Pasamos del pacífico “los chuches, nos suben hasta el IVA de los chuches” de Rajoy, a una oposición evaporada que solo hacía apariciones estelares para descalificar al Gobierno. ¿Dónde estaban las propuestas políticas de los populares? ¿Dónde quedó el ánimo de debatir del PP de Rajoy?
Mas apareció una luz en el camino de los populares: Concepción Gamarra, o más conocida como Cuca Gamarra. En el momento en el que el partido de Casado parecía indistinguible de la ultraderecha una decisión cambió las expectativas: destituir a Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso y nombrar en su lugar a Gamarra.
Gamarra pertenece a una línea conservadora menos agresiva, y eso ha demostrado en sus intervenciones y entrevistas para diferentes medios de comunicación. Podríamos decir que es en gran medida “la Sáenz de Santamaría” de Pablo Casado. Y es que aunque no hemos escuchado declaraciones sobre ello, la mayoría de los que hemos seguido el debate de la moción, y en concreto el turno de palabra de Pablo Casado, intuimos que Gamarra ha tenido algo que ver con el tono utilizado y la decisión de votar en contra.
La intervención de Casado ha sido lo nunca visto en sus puestas en escena, se le veía cómodo y seguro de la decisión que acatarían todos los diputados populares sin romper la disciplina de voto, hasta aquellos más radicales como Álvarez de Toledo, la cual defendió la abstención hasta minutos antes de la votación.
Un discurso lleno de ataques constructivos hacia Vox sin olvidar golpear a su adversario principal, el PSOE. Un discurso que no ha dejado títere sin cabeza y que noqueado al propio Abascal, quien lo ha confesado durante su réplica, “no me lo esperaba”, añadió.
«Ha presentado una moción contra el partido que le dio trabajo. Hasta aquí hemos llegado. Es la hora de poner las cartas boca arriba»- una de las frases más demoledoras de Pablo Casado que ha dejado clara la distancia que ha decido mantener con la ultraderecha, eso sí, solo a nivel estatal ya que gobiernan con los verdes en tres comunidades autónomas.
¿Asistiremos a la ruptura de algunos de los gobiernos autonómicos dónde comparten sillones? Y, ¿cuánto durará la centralidad del Partido Popular? Lo sabremos en los próximos meses.