Pedro Sánchez y el juego de tronos

Gacetín Madrid

por Daniel García.

Hay preacuerdo para un gobierno de coalición de «izquierdas». Lo que no fue posible en 5 meses, lo ha sido en apenas 48 horas. ¿Qué ha cambiado? Pues seguramente lo hayan hecho los dos partidos, influidos también por las variaciones a su (extrema) derecha, pero sobre todo, creo que ha cambiado el Psoe. O mejor dicho, ha cambiado Pedro Sánchez. A la gente contraria al acuerdo les está resultando muy fácil poner al líder socialista contra su hemeroteca. Las contradicciones son grandes, aunque una gran mayoría del electorado parece centrada en la necesidad de pacto. Una izquierda que ha sabido sobreponerse al hartazgo del fracaso de no una sino varias negociaciones entre Psoe y UP. Como dice Antonio Maestre, «en plena ola de orgullo y exaltación fascista es preciso un gobierno ambicioso que sepa dar pasos adelante en derechos fundamentales y en las áreas más sensibles, aquellas que la ofensiva reaccionaria pone en cuestión». Pero más que pensar en qué ha cambiado en el Psoe, vale la pena pensar en el por qué. Primero, repasemos los acontecimientos.

Desde 2015, cuando Podemos entró en el parlamento, el Psoe ha sido reacio a pactar con Podemos un gobierno de coalición. Las razones (¿escusas?) han ido variando según la correlación de fuerzas ha ido evolucionando. Tras las primeras elecciones de esta serie de 4, Podemos e Izquierda Unida sumaban más votos que el Psoe, aunque menos escaños. Con una situación en el parlamento mucho más favorable que la actual para co-gobernar, el Psoe justificó la rápida ruptura en las negociaciones de acuerdo por la voluntad desmesurada de los morados por «los sillones» (hay que recordar que desde la tercera votación hasta hace una semana, los socialistas los querían todos para ellos). Fue entonces donde el muchas veces olvidado pacto exprés entre Rivera (por entonces de «centro» y con menos escaños que Podemos) y Sánchez  alejaba a los de Iglesias del gobierno y les ponía en una situación incómoda entre tener que votar a favor de un Sánchez naranja derechizado o volver a elecciones y dar al PP otra oportunidad para gobernar. Votaron en contra. No hubo opción de reintentar un acuerdo en la izquierda. Investidura fallida. Podemos e Izquierda Unida se presentaron entonces por primera vez juntos, en la segunda vuelta de elecciones. Tras ella, sin sorpasso, el Psoe negó la opción de buscar alternativas a Rajoy. Argumentaban que los números no daban, a pesar de ser similares a los actuales (en cuanto a suma, no individualmente) y que el conflicto catalán no estaba tan polarizado como ahora. Tras la abstención de los socialistas a M. Rajoy, esos mismos números sí que fueron suficientes para que meses después el renacido Sánchez se convirtiera en el primer presidente de España mediante una moción de censura. La emergencia de sacar a los populares del gobierno propició la generosidad del arco parlamentario progresista para dar un gobierno en solitario a un Psoe con apenas 85 diputados y 5,4 millones de votos. Habían conseguido llegar al gobierno sin meter a Podemos, que tenían 71 escaños y 5 millones de votos. Sánchez convocó elecciones tras no conseguir el apoyo de ERC en los presupuestos. Tras las terceras elecciones, los socialistas piden el apoyo tras acuerdo programático para un gobierno en solitario con un electorado de apenas el 29%, pero con una gran diferencia en escaños. Convocó la investidura sin los apoyos necesarios y a pesar de ofrecer la coalición a escasas horas del ya segundo debate de investidura, lo cierto es que el Psoe ha negado la posibilidad de cualquier gobierno compartido con UP desde Junio hasta el lunes pasado. Hoy sí lo quieren. ¿Por qué?

Intentando que lo expuesto hasta ahora fuera más información que opinión, paso a mis elucubraciones y conspiraciones. Creo que a Sánchez nunca le importó demasiado pactar con Iglesias, sino que es la cúpula histórica del partido y su entorno empresarial (la casta) los que lo rechazan por poner en peligro su estatus de privilegios y poder. Como reconoció Sánchez tras verse obligado a abandonar su partido por negarse a hacer presidente a Rajoy, ha recibido muchas presiones para que «no se entienda la izquierda», coacciones a las que sucumbió al pactar con Rivera en 2016 y frustrar las negociaciones con Iglesias el pasado verano. Parece obvio que esas mismas presiones desde el Ibex, la CEOE y en consecuencia los medios siguen latentes en el entorno del Psoe. Los poderes mantuvieron esa intimidación durante las negociaciones fallidas de las terceras elecciones, aunque el líder socialista necesitaba buscar apoyos para la investidura (o que lo pareciera). Creo que Sánchez contestó a los «poderes» durante el verano para que sus presiones para que no pactaran gobierno de coalición con UP debían compensarse con una correspondiente presión para que la derecha se abstuviese y les dejara gobernar. Como decía Ignacio Escolar: «que el Psoe pidiera la abstención a la derecha justificaba ante el establishment su acuerdo con Unidas Podemos, ese terrible pecado». El partido socialista tenía sin embargo otra esperanza. Que la repetición elecotral beneficiase su posición. César Calderón apunta cómo «a Sánchez le salió mal su jugada maestra de pegar una patada al tablero político, intentar arrasar en las siguientes elecciones e imponer su voluntad ante unos rivales humillados y disminuidos. Ha perdido ahora la posibilidad de pactar a izquierda y derecha.» A falta de cambios de posicionamiento de la derecha y los resultados electorales aún mas desfavorables para sus pretensiones iniciales, creo que Sánchez ha decidido, como les advirtió en verano, intentar su única otra alternativa, aunque eso implique ignorar a mucha gente poderosa de nuestro país. Tengo claro que Sánchez prefiere irse con Rivera, pero si la única opción que le dan es repetir elecciones hasta que salga la derecha, prefiere fundirse en un abrazo con Iglesias si esto le hace presidente. El líder socialista parece dispuesto a ir por su cuenta como hizo con el «no es no» de 2016 y pactar cn UP para ser investido. O no, quizás sea un órdago (¿o una pataleta?) a quien tiene que persuadir a la derecha que cambie de postura y evite el gobierno de coalición. De momento Cs parece que ya cambia de rumbo e incluso hay voces que proponen virar gobiernos autonómicos hacia el Psoe a cambio de romper a nivel nacional cn UP. Las presiones para el PP también aumentarán, para que se abstenga a un gobierno del Psoe en solitario.

Estoy convencido de que la decisión de Sánchez ha levantado también muchas tensiones dentro del Psoe. Creo que mucha cúpula del partido va a estar muy calladita en las próximas semanas esperando acontecimientos y van a evitar discursos triunfalistas a favor del acuerdo. Habrán muchas opiniones internas y externas para que se echen atrás. Va a ser sin duda un test de izquierdismo para Sánchez. Y si está dispuesto a enfrentarse al establishment y al aparato, que tenga cuidado de quién se rodea. La última vez que lo hizo, acabó sin escaño en un Peugeot 407 haciendo el recorrido de la vuelta ciclista a España. Sin embargo, creo que tiene clara su decisión (u órdago) para llegar a su objetivo, ser presidente (no en funciones). Otra cosa no, pero parece que medita cada movimiento de este juego de tronos.

(SPOILER ALERT!)
Es fácil hacer desde la izquierda una analogía de la situación política con la serie de Georg RR Martin. Tras el acuerdo progresista, la ofensiva política y mediática del régimen irá en aumento como si de caminantes blancos se tratase. Winter is coming. Es fácil imaginar a los que parecen indestructibles medios de comunicación avanzando desde el norte (o la derecha) arrasando todo a su paso en busca de la cabeza de Sánchez. Abascal volando a lomos de un dragón acrecentado por los resultados electorales, ganando territorios con métodos poco ortodoxos y con el riesgo de que su propia naturaleza pueda llevarles a dejar a la sociedad en cenizas. Un PP-Clan Lannister con subidas y bajadas, con la corrupción como forma de vida, con perpetuas ansias de poder y capaz de vender a un familiar por 10 minutos en el trono. Si el Psoe no es la familia Baratheon, sino que son los Stark junto con Unidas Podemos, ¿es Aria, Pablo Iglesias? ¿El personaje peleón que lucha por sobrevivir y hacerse fuerte para poder influir en el poder y cambiar la sociedad antes de apartarse? ¿Y Pedro Sanchez, podría ser Sansa? ¿Ese atractivo personaje que sucumbe a los encantos y cortejos del régimen, sufre la crueldad de los totalitarios y la codicia de los poderosos, y tras ser denostado se rehace para volver a los ideales de su familia y reconstruir la sociedad? No lo creo, pero será interesante ver si la izquierda consigue mantener la unidad para enfrentarse a todo y a todos. Buscando una última (cruel) analogía de personajes, sin duda Echenique deseará que todo acabe como en la serie de televisión.

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