por Rubén Couso
Estoy muy orgulloso de que la gente magenta haya decidido que sea yo el que encabece la lista de UPYD para las elecciones autonómicas de Madrid. Pero, sobretodo, me siento orgulloso de que hayan decidido que sea una persona originaria de otra comunidad autónoma, porque eso significa que uno de los principios fundamentales del partido se mantenga muy vivo: los derechos no son de los territorios, sino de las personas.
La Comunidad de Madrid es, al igual que la capital, un crisol de culturas que, sin ahogar a la propia (la chulapa, o castellana, o simplemente madrileña) conviven en una espectacular harmonía que nos llena de diversidad y, por ello, mucho conocimiento de nuestra civilización. Sí, esto puede parecer muy pedante dicho así, pero es la realidad. La Comunidad de Madrid es diversa, es cosmopolita, es universal, es vanguardista, es progresista (como UPYD), es futuro y es el avance en España. Pero esto no es posible si no disfrutamos de la diversidad acercándonos a otras singularidades culturales.
¿Alguien se puede imaginar no poder disfrutar de un rico Katsu-Don con mucho curry en alguno de los tantos restaurantes japoneses que tenemos a mano? No ¿verdad? O los ricos nachos mexicanos, las arepas venezolanas, el rodicio brasileño, las sopas chinas, el canguro australiano a la brasa o tantas recetas internacionales. Pero oye, que nada tienen que envidiar a la gastronomía castellana o, más concretamente, la madrileña. Eh! Que los mejores ajos dicen que son de Chinchón o las mejores palmeritas de chocolate son las de Morata de Tajuña (en mi opinión, sí).
Pero parece que hay quien no lo ve así y va diciendo que una comunidad como la de Madrid tiene que adquirir sus propios productos, los de
cercanía, esos que por ser más cercanos son más ecológicos y bio: como los bocadillos de calamares.
Errejón ha empezado ya la campaña electoral y acaba de sacar un vídeo en el que se le ve disfrutando de la gastronomía madrileña y diciendo eso de la cercanía. Que vale, que hay que tenerlo en cuenta pero, claro, a Errejón se le olvida que la Comunidad de Madrid es hoy lo que es gracias a una gran parte de personas venidas de otros lugares.
A mí, que soy originario de Galicia, y cuyo padre ha traído a casa cientos de calamares que él mismo pescaba en los pequeños muelles de la zona, me causa especial decepción ver que Errejón desprecia esos productos que ya son típicos de la gastronomía madrileña pero que son producidos en otros lugares (en el caso de los calamares, es que lo veo difícil en la meseta castellana). Parece que no ha pensado en las marisquerías, o los restaurantes brasileños, o los mexicanos, o los japoneses. Parece que a Errejón se le olvida que la Comunidad de Madrid ha sabido acoger todas las culturas del mundo y ha bebido (y bebe) de ellas para crear la comunidad más universal de España.
Pero parece que también se le olvida a Errejón que cuando va en un avión, éste ha sido fabricado y montado en diferentes lugares; o que los
pantalones que viste quizá fueran fabricados en otro país; o que la cámara con la que grabó el vídeo quizá también fue ensamblada en otro lugar.
Más pareciera que quisiera obviar todo esto, pero creo que no es así; creo que ha confundido la promoción de los productos locales y su consumo o exportación, con el rechazo a los productos importados. Cualquiera que haya buscado un poco acerca de los sectores económicos sabrá que en el terciario, el de servicios y comercio, si no se vende fuera no entra parné y, por ello,existen las relaciones comerciales. Las importaciones o exportaciones no son menos eco o bio porque no todas dejan una huella de CO2 elevada.
Además Errejón y su gente está en contra del turismo universal y sólo quieren turistas de alto nivel, poquitos, que se comen todos los bocatas de calamares del Manzanares, que para ellos Madrid es de los Madrileños (o no).