por Daniel García-Quismondo
Os voy a contar una historia basada en hechos reales. La historia de un club de fútbol de Madrid. De cualquier barrio de nuestra ciudad. Un barrio humilde y de gente trabajadora.
Mis padres se habían mudado desde Moratalaz a este barrio en forma de colmena llamado Virgen del Cortijo que se situaba por detrás del nudo de Manoteras y estaba rodeado por la A1 en un lado, y una impresionante instalación de Gas Natural que se asemejaba a grandes iglús de aluminio al otro. Poco después, aquella zona se convertiría en Sanchinarro, y dejaría atrás aquellos campos de tierra donde los chavales quedábamos y nos alejábamos de la vida del barrio.
Corrían loa años 90 y el barrio estaba poblado de parejas jóvenes que vivían entre el humo de la antigua empresa cementera Prebetong y el temor a un escape de gas. Con un colegio y un instituto público, y pequeños comercios que ocupaban las plazuelas del barrio, vivíamos en un aislamiento impropio de finales del siglo XX, con un único bus que comunicaba con el exterior, el 150 con raya roja. Tras muchos años de revoluciones y demandas vecinales se fueron consiguiendo hitos, tales como la conexión por carretera hacia el nudo de Manoteras o la construcción de un centro de salud. También se consiguió el metro ligero y hasta pusieron un cine.
Han pasado muchos años y he vuelto muchas veces al barrio. Mi barrio de siempre. Con nostalgia, casi de incógnito, he recordado mis pasos de chiquillo hacia el parque amarillo. La plaza “Roja” donde patinábamos o el Barroso la tienda de chuches.
A todos los chiquillos que nos movíamos entre el parque y el cole nos unía una pasión: el fútbol. Usábamos aquellas porterías del parque amarillo que eran como columpios pequeños. Cuando podíamos y nos dejaban abierto el colegio, nos adentrábamos al campo de fútbol sala pequeño con gravilla y cemento, que al caer te hacía sentirte vivo.
Fue sobre el año 1993 cuando conocí al que sería el mejor entrenador para mí. Pedro de Lama, un tipo sencillo, amante del fútbol, que me preguntó de qué jugaba cuando me vio por primera vez. Le dije “Pedro yo no soy de correr mucho”, “me vale chico” y me sitúo en la defensa, de la que nunca más me quise separar y viví mis mejores momentos futboleros.
Empezamos a jugar fútbol sala en competiciones municipales con el nombre de Real Oña, que más tarde sería Virgen del Cortijo F.S.
Los padres participaban activamente de las actividades como Jacinto Maroto o Perico. Mi padre siempre venía a verme y se generaban amplios debates de buen fútbol en la banda. Más tarde se crearía la Agrupación Deportiva Oña Virgen del Cortijo.
Los años fueron pasando y al dar el salto al fútbol 11 no contábamos con un campo para entrenar ni jugar como locales. Jugamos en los campos del ahora llamado “Luis Aragonés” y también en el Sporting de Hortaleza. Nuestros padres hacían grandes sacrificios llevándonos en coche a entrenar y luego a los partidos.
Cuando el barrio de Sanchinarro fue construido se pidió la concesión de un terreno ocupado por máquinas de obras. La Junta Municipal accedió con la condición de devolverse cuando se construyera un polideportivo. Miembros de la junta directiva de la asociación avalaron la preparación de esos terrenos para la construcción del campo de arena de fútbol 11 que se construyó. La agrupación paso a denominarse Agrupación Deportiva Oña Sanchinarro.
Al mudarme de barrio a los 14 años dejé el equipo de mi corazón pero pude volver , pasados 4 años a enfundarme la camiseta del Oña, fue por una temporada donde volví a coincidir con mis colegas de siempre, Encinas, Escribano, David González, Victor, Piru, Moncho. A todos les llevo siempre en mi memoria.
Ese año, 2003, el campo seguía de arena. Han pasado 15 años, el campo sigue de arena. Parece imposible pero aún no se ha cumplido una propuesta aprobada en los presupuestos participativos que debía haber sido ejecutada en 2017. Propuesta que fue la más votada de todo Madrid. Hasta ahora sólo se ha procedido a realizar un estudio geotécnico y topográfico con un coste de 115.000 euros. Los chavales de Sanchinarro y Virgen del Cortijo siguen jugando en un campo de arena que ya no se ve en casi ningún campo de Madrid. ¿A qué espera la Junta Municipal de Hortaleza y su concejala Yolanda Rodríguez para dar prioridad absoluta a la construcción de un campo necesario para los chavales, que por otro lado lleva aprobado desde 2016? ¿Cuáles son los plazos para ver finalizado el proyecto?
Son muchas las preguntas que se hacen los chavales, padres y entrenadores. “Viejas glorias” como yo, miramos a día de hoy ese campo de arena. Nos hemos dejado sangre, sudor y lágrimas en esa tierra compitiendo contra muchos equipos. Equipos que aún se preguntan, por qué vosotros seguís con campos de arena.
Pues muy sencillo, la Junta Municipal no ha dado prioridad a este equipo ni a este barrio. Cs Hortaleza lo ha preguntado en el pleno en varias ocasiones. Incluso llevó una propuesta antes de los presupuestos participativos en marzo de 2016. Pero los presupuestos del 2018 del Ayuntamiento están parados. El contrato aún no se ha licitado.
Pero háganme caso les sobra garra. Es el A.D Oña Sanchinarro. Y lo conseguirán. Vaya si lo conseguirán.