Todo el mundo dentro de la Fórmula 1 considera 2025 un año de transición. El cambio de normativa que se vislumbra para 2026, que modificará el diseño de los coches, apunta a reiniciar el campeonato, con todos los equipos partiendo del mismo punto. Por este motivo, las escuderías piensan ya en el monoplaza del próximo curso, dejando un poco de lado el actual.
Quizá el ejemplo más claro de ello sea Aston Martin. El equipo británico, que empezó el campeonato de 2023 con muchísima fuerza, ha ido perdiendo fuelle en los últimos dos años, hasta convertirse en uno de los peores coches de la parrilla. Tanto es así que ahora, con la sensación de que la situación es irremontable, los principales esfuerzos están centrados ya en el 2026.
Para ello, han contratado a Adrian Newey. El veterano diseñador, que triunfó en Red Bull, se ha incorporado a la escudería verde con el objetivo de crear un monoplaza campeón. A eso se agarra Fernando Alonso, que a sus casi 44 años sigue soñando con volver a ganar un Mundial.
Las apuestas deportivas están expectantes con lo que pueda hacer el asturiano. ¿Es posible que una de las peores escuderías de la parrilla se convierta en dominante tras un cambio de reglamento? Para contestar a esta pregunta, es básico mirar a la historia, para ver lo ocurrido en ocasiones similares.
2022: Un dominio ampliado
La Fórmula 1 experimentó un importante cambio de reglamento para la temporada 2022. Se eliminó la aerodinámica superior compleja, regresó el efecto suelo y se buscó reducir el aire sucio y mejorar los adelantamientos.
En términos de resultados, lo cierto es que hubo algunos cambios. Mercedes, que venía dominando desde 2014, ganando todos los campeonatos de constructores y pilotos, salvo el de 2021, tuvo una clara caída de rendimiento. Su dominio fue heredado por Red Bull, que ya con un coche inferior había llevado a Max Verstappen a ganar en 2021, y que se consolidó como la absoluta referencia en los años 2022 y 2023.
En cuanto al resto de equipos, si bien Ferrari dio un pequeño paso adelante, aunque nunca con opción de campeonar, sí que emergió con fuerza McLaren. Desde el 2013, el equipo inglés se había sumido en una gran crisis que le había llevado a acabar campeonatos en las últimas posiciones, consiguiendo un tercer puesto en la tabla de constructores de 2020 como mejor resultado. Además, ninguno de sus pilotos había estado en el top 5 del Mundial en esos años.
Finalmente, en 2024, tras una gran segunda parte de año, consiguió hacerse con el título de mejor equipos, mientras que Lando Norris y Oscar Piastri se quedaron cerca de batir a Verstappen. De hecho, en este 2025, ambos lideran el campeonato por delante del holandés.
2014: La explosión de Mercedes
En 2010, el equipo Mercedes apareció en la Fórmula 1. En un primer momento, contó con Michael Schumacher y Nico Rosberg en sus filas, aunque, a partir de 2013, Lewis Hamilton sustituyó al siete veces campeón del mundo. Algo debía saber el británico sobre lo que se venía en 2014 con uno de los grandes vuelcos de la historia de la competición: la introducción de los motores híbridos.
Pese a que en 2013 acabó en la segunda posición de constructores, Mercedes era un equipo que se había movido en la cuarta o quinta en los años anteriores. A partir del 14, inició un reinado de ocho años que le llevó a lo más alto del Mundial de equipos, y que dio siete títulos de pilotos, con seis para Hamilton y uno para Rosberg.
Ningún equipo se pudo acercar a ese dominio, y hasta en cinco de esos campeonatos, los dos primeros conductores de la clasificación final fueron de Mercedes.
2009: Brawn y el reino de Red Bull
De cara a la temporada 2009, se introdujeron en el reglamento nuevas normas aerodinámicas de gran calado, y se empezó a montar el KERS, un sistema eléctrico orientado a facilitar los adelantamientos.
Todo aquello produjo un vuelco total. De golpe y porrazo, el equipo Honda, que quería dejar la categoría después de ser antepenúltimo en el Mundial de 2008, pasó a manos de Ross Brawn, que lo bautizó como Brawn GP. La introducción de un doble difusor en el monoplaza fue suficiente para que sus dos pilotos, Jenson Button y Rubens Barrichello, dominasen la primera parte del campeonato con puño de hierro, con ocho victorias en las ocho primeras carreras.
A partir de que el resto de equipos copiaron lo del difusor, se vio claramente quien era el mejor. Red Bull, de la mano de Adrian Newey, se destapó como el más potente, y a punto estuvo Sebastian Vettel de arrebatar el título a Button. El equipo energético, que venía de años de mitad de tabla, se erigió en uno de los constructores punteros de la parrilla.
A partir de 2010, Red Bull se consolidó como una clara alternativa a McLaren y Ferrari, dominadores del campeonato los años previos al 2009. De hecho, consiguió cuatro títulos de pilotos y equipos de forma consecutiva.
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