En medio de un silencio dolorido, que impregnaba todo el acto de reconocimiento y reparación a las personas víctimas de abuso en la Iglesia, han resonado con fuerza las palabras del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. «Las lágrimas y las heridas nos han abierto los ojos para reconocer que no hemos cuidado a las víctimas, que no os hemos defendido y que nos hemos resistido a entenderos cuando más lo necesitabais», lamentaba el arzobispo.
Lo ha hecho durante el segundo momento de la celebración, llamado del Compromiso de la Iglesia madrileña, desarrollado en el interior de la catedral de La Almudena, tras la proclamación del Evangelio. «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis», resonaba aún en el primer templo de Madrid la Palabra de Dios recogida por Mateo. Y el cardenal continuaba pidiendo perdón con un «lo sentimos profundamente», porque «ha habido abusadores dentro de la Iglesia» y «nos ha costado reconocerlo».
No es consuelo «que los haya en otros sitios», y por eso, «rotundamente, la Iglesia de Madrid quiere afrontar el dolor que provoca todo tipo de abusos: sexuales, de poder, de conciencia y espirituales». El dolor manifestado en los testimonios que se habían podido escuchar en los primeros compases del acto: «Desde que ocurrió, hace más de 40 años, no tengo miedo a la muerte, sino a la vida»; «eres víctima, y a la vez te consideras cómplice, y te das asco a ti misma»; «no abusó solo una persona de mí, abusa una comunidad entera que lo permite».
«Un deber para las víctimas»
El acto de este lunes, 21 de octubre, que «quedará para siempre en la memoria de la Iglesia en Madrid», era un deber para las víctimas, ha recalcado el cardenal: «Queremos mostrar nuestra condolencia y nuestro deseo de poner todos los medios para seguir acogiendo y afrontando todo el sufrimiento injusto que habéis padecido». El arzobispo ha asumido, en nombre de toda la Iglesia de Madrid, que «aún queda camino por recorrer», aunque ya se ha empezado: «Gracias a vuestro testimonio valiente, vamos aprendiendo a mirar de otra forma, a escuchar, a llorar, a tomar medidas y a iniciar procesos de sanación y de purificación».
Es cierto, reconocía, que «nunca será suficiente lo que hagamos para reparar lo que ha sucedido». Pero el compromiso de la Iglesia de Madrid es «firme», y para eso, «necesitamos seguir madurando para poner en marcha un modelo de funcionamiento eclesial menos clerical, más sinodal y corresponsable». Y ante el futuro, ha expresado un deseo: «Ojalá que vuestro dolor se convierta en esperanza, pues está ungido por el mismo sufrimiento de Cristo».
«Purificación del acompañamiento espiritual»
La hoja de ruta de la Iglesia en Madrid pasa por «la formación adecuada de clérigos y religiosos y religiosas, y también del laicado, sin olvidar alcanzar a todos los miembros de nuestra sociedad, que en modo alguno es ajena a esta tragedia». No ha ocultado el cardenal la «magnitud de dicha tragedia y el silenciamiento de las víctimas», y por eso afirmaba que se habrá de incluirlas a ellas y a «su voz cualificada en la Iglesia madrileña». En este sentido, ha clamado: «Ya no se trata, ni solo ni primordialmente, de pedir perdón, sino de acoger, de reparar y de restituir e incluir en todo su sentido». Porque su testimonio, continuaba, «denuncia un conjunto de pésimas prácticas que tiene que ser clausurado para siempre».
De ahí que sea «preciso insistir en la purificación del acompañamiento espiritual», la ayuda de la oración y los sacramentos, «evitando todo lo esotérico y lo extraordinario», así como «el respeto absoluto por la libertad de cada conciencia y la indemnidad física y espiritual de cada persona».
El cardenal Cobo ha explicado, al concluir sus palabras, el símbolo que la Iglesia de Madrid «va a utilizar como referencia de este compromiso contra los abusos«. Se trata de un olivo, plantado a las puertas de la catedral, que «nos enseña que es posible el milagro del consuelo del aceite», y cuyas hojas «expresan nuestro pacto irrevocable de caminar siempre con vosotros», en referencia a las víctimas. «Que este olivo nos recuerde que Dios nos conduce al reconocimiento, a la reparación y a la paz», ha apostillado.
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Tiene q haber esperanza.