La Plaza de España

Gacetín Madrid

por Luis Fernández Aires, vecino de Plaza de España

En Junio se cumplen cuatro años desde que me traslade a Madrid para estudiar en la Universidad Complutense. Desde entonces resido muy cerca de la Plaza de España, concretamente en la plaza de José Moreno Villa (antes se llamaba Emilio Jiménez Millas pero debido a la ley de memoria histórica ha perdido este nombre del falangista que diseñó su construcción) más conocida popularmente por Plaza de los Cubos en referencia a una escultura de Gustavo Torner de 1972. Veo la Plaza de España desde el salón de mi casa y cada día la transitaba, a pie y en coche, hasta que recientemente fue clausurada y comenzaron las obras que darán lugar al nuevo proyecto urbanístico “welcome mother nature” que busca actualizar el lugar.

 Para el que no lo sepa, y quizá sean muchos de los vecinos de la zona, este proyecto fue elegido a través de la plataforma Decide Madrid, introducida por el equipo de Manuela Carmena como instrumento de participación directa. Ganó el concurso, tras varias rondas de clasificación, con un 63,5 % de los votos frente al 36,5 % que obtuvo el segundo clasificado. Si bien es discutible hasta qué punto la participación es significativa (puesto que esta plataforma no es muy utilizada ni conocida en términos absolutos); es una herramienta de decisión que ha resultado práctica y de alguna manera es más transparente en la medida que es más abierta.

El coste de la obra es de 62 millones de euros, ha sido adjudicada a PACSA y FCC, y se prevé acabar (ha sufrido ya retrasos en su fecha de inicio) para finales del año 2020 si no hay retrasos también en su ejecución.

El proyecto elegido se basa en una perspectiva de concienciación medioambiental y conciliación de los diferentes medios de transporte a motor que confluyen en la plaza con peatones y ciclistas (en el original no eran contemplados los patines y similares pero quizás ahora se tengan en cuenta también como elemento creciente en la movilidad urbana). El área de la plaza será ampliada uniéndola con el templo de Debod y la plaza de Oriente. Para ello se soterrara el tráfico de la calle Bailén hasta Ferraz. En este nuevo espacio se situarán zonas verdes y se prevé plantar hasta 1050 nuevos árboles. Destacan como innovación un “columpiódromo” y parques de juegos sensoriales. Pueden verse imágenes en la web decide.madrid.es simulando el aspecto final, resalta en todas ellas la integración de la naturaleza en el skyline urbano. El monumento a Miguel de Cervantes (protegido por Patrimonio que intervino en varias ocasiones obligando a reestructurar varios aspectos del proyecto) mantendrá su ubicación pero cambiará su orientación así como su relación con el entorno.

 Se ha generado mucha controversia acerca de la necesidad de esta obra, de si merece la pena el gran coste económico que supone o por el contrario es una obra electoralista con fines propagandísticos del consistorio. También ha sufrido críticas el proyecto por parte de la oposición política, colectivos de arquitectos, vecinos, comerciantes y conductores.

No obstante, las obras ya están en marcha y no será hasta que finalicen cuando se vea su resultado. Como vecino de la zona, exijo que se respete el patrimonio histórico y las características esenciales del lugar pero no veo con malos ojos la evolución de los espacios públicos conforme a la realidad social. La Plaza de España seguirá siendo la Plaza de España en cuanto a lugar simbólico de la ciudad y esto no debe confrontarse con los cambios que sufra para adaptarse a las nuevas formas de movilidad y conciencia social. Quizás el error radique en politizar el asunto, que no es más que un proyecto de transformación de un espacio común, buscando en cierto diseño u otro una posición ideológica concreta, en vez de centrarse en los aspectos prácticos y logísticos de cada uno que son los que afectan a los ciudadanos.

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