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Casa de Cultura y Participación de Chamberí: un espacio de encuentro para dar vida al barrio

Gacetín Madrid

Entramos en un antiguo local en el que hace tiempo se encontraba el mercado municipal que daba servicio a las viviendas del barrio. Está situado en el distrito de Chamberí, en la plaza del Parque Móvil, dentro de un núcleo urbano al que se accede desde la calle Bravo Murillo. Es la Casa de Cultura y Participación Ciudadana de Chamberí.

Se trata de un espacio de encuentro, de convivencia y mestizaje al que acuden unas 1.300 personas al mes para participar en sus actividades, que celebra, de media, unos 85 actos mensuales y que se sustenta en valores solidarios. Actualmente, forman parte del proyecto 19 colectivos al que se van a incorporar pronto otros dos, y que suman en total cientos de integrantes que forman parte de este tejido social.

Los cursos y actividades son gratuitos y colaborativos teniendo en cuenta que el coste del mantenimiento se sufraga con pequeñas aportaciones de cada uno de los colectivos y grupos vecinales. Hablamos con su presidente, Óscar Álvarez, quien en todo momento nos recuerda que son un espacio autogestionado y él es únicamente uno más.

-Le pedimos que nos hable de la Casa de Cultura de Chamberí, ¿qué es y quién la compone?

La Casa de Cultura es un centro social, un espacio ciudadano común, una asociación vecinal, en la que vecinos de Chamberí estamos organizados en pequeños colectivos y nos ocupamos de reunirnos, de dar vida y de dar actividad al barrio. Éramos un grupo de colectivos sociales que veníamos funcionando como entes y ahora nos hemos convertido en asociación.

Una cosa muy importante es, que nos regimos por valores de convivencia inclusiva, solidaridad, equidad, sostenibilidad medioambiental y búsqueda del bien común, y cualquiera que no participa de estos valores no tiene cabida. Entendemos que son valores que la sociedad española abraza como valores deseables y cualquier iniciativa debe pasar por ese filtro.

-¿Qué se ofrece desde aquí, qué tipo de actividades y a quién se dirige?

Ofrecemos actividades muy diversas. Cuando comenzamos el proyecto, empezamos a reunirnos colectivos de mareas ciudadanas, con reivindicaciones sociales y vecinales de todo tipo. Nos organizamos y se nos ocurrió un nombre ‘Casa de Cultura y Participación Ciudadana de Chamberí’.

Así se llama nuestra asociación para promover cultura en nuestro barrio. Tiene muy poca trayectoria y esto lleva tiempo. Cada vez se conoce más en el entorno del distrito, cada vez que los vecinos lo necesitan para hacer algo el boca a boca va llegando a la gente y así llegan a la casa.

Si echamos un ojo a las actividades semanales, nos hacemos idea de lo que aquí se hace. Especialización con críos pequeños, talleres de Pilates, de percusión, de defensa personal, actos culturales, presentación de libros, recitales de poesía, talleres de ópera. Todo es gratuito y colaborativo, quién sabe algo, si tiene riqueza, lo exporta.

Si tenemos la suerte de tener un compositor, como es el caso, hace un curso de ópera; si tenemos un poeta hacemos un taller o un recital de poesía, actos por la lucha feminista, etc. Concretamente, durante el 8M, se viene convirtiendo en un centro de apoyo y cuidados, atendido por los hombres.

-¿Cómo es la aceptación entre el vecindario?

Es muy buena, no hemos tenido dificultades con los vecinos y vecinas porque a medida que se van enterando que esto existe lo van utilizando. El hecho de que estemos aquí hace que se nos vaya conociendo en el distrito y hace que la gente vaya llegando paulatinamente. Una cosa que estamos haciendo bien, son los programas ligadas a los centros sociales -como el de la soledad no deseada, apoyo a mayores, mapeos, proyecto Geros-, están articulándose con proyectos municipales y desde aquí colaboramos en la medida que podemos.

También, por ejemplo, contamos con una despensa solidaria que organizamos regularmente recogiendo alimentos para los más necesitados. Es muy importante que se mezcle el vecino de a pie con personas muy cualificadas, aquí pueden venir urbanistas que hacen un diagnóstico arquitectónico del barrio y a la vez gente común con la que generamos redes vecinales para promover convivencia ciudadana y tejido social.

– ¿Cómo es su funcionamiento?

Como es un espacio de convivencia, funciona con muy buena voluntad, de forma autogestionada, con diversos grupos de trabajo. Cada uno hace lo que mejor sabe: hay gente que conoce más la comunicación y difunde lo que se hace. Hay quien hace tareas de mantenimiento, lo limpiamos entre nosotros mismos, lo mantenemos en orden y lo mejor posible. Hay quien se encarga de encajar las actividades de 19 colectivos que dan vida al centro más otros dos nuevos que se van a incorporar. Encajar reuniones abiertas al vecindario para generar actividad vecinal es complicado a medida que crece la participación.

-¿Qué balance podéis hacer de vuestros dos años de funcionamiento?

El balance es muy bueno no solo en términos de cantidad de población de Chamberí que lo usa para acudir en forma de ocio o socialización sino también en intercambio de conocimientos mutuos. Por otro lado, se han conseguido iniciativas vecinales muy potentes, hay asociaciones vecinales que han logrado la reversión de los terrenos del Canal de Isabel II para todo la ciudadanía.

Otra asociación ha puesto en marcha iniciativas de territorio para todo el barrio, exposiciones sobre patrimonio industrial de Madrid, localizando espacios con valores públicos, promoviendo que se conozcan y se abran a la población.

– Una visión de futuro, expectativas, proyectos, ¿qué le espera a este espacio?

Confiamos en que le esperen muchos años, estos proyectos tienen que tener un largo recorrido no deberían estar al albur de los cambios políticos, o así debería de ser. Nos alegramos de haber podido reutilizar este espacio vecinal que no tenía ningún uso y seguir con este proceso, que debe tener larga vida para que se contaminen de la vida del barrio. Cuando se quede chico, y vamos camino de ello, los servicios públicos percibirán que hacen falta centros como éste, no en cada distrito sino en cada barrio.

Fuente, texto y fotos: Diario Madrid

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