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Vicálvaro celebra este viernes su ‘Noche de Perseidas’ con música en directo

Gacetín Madrid

Las Perseidas de este año 2023 se extienden del 17 de julio al 24 de agosto, aunque su máxima actividad se producirá las noches de los 11, 12 y 13 de agosto, cuando se podrán observar más de 100 estrellas fugaces por hora, casi dos por minuto. Este año las Perseidas viene con un cielo prácticamente sin Luna y muy buenas condiciones meteorológicas, con una atmosfera realmente limpia.

La lluvia de las perseidas es una lluvia de meteoros, comúnmente llamados «estrellas fugaces», que sucede todos los años hacia el 12 de agosto. Las Perseidas también reciben el nombre popular de «lágrimas de San Lorenzo» por la proximidad del máximo de la lluvia de meteoros al 10 de agosto, día de la festividad del mártir español del mismo nombre.

La ya consolidada Noche de Perseidas de Vicálvaro se celebrará este año, por primera vez, en el parque forestal de Valdebernardo, el 11 de agosto a partir de las 22:00 horas, donde se podrá disfrutar del avistamiento de lluvia de estrellas con música en directo. Punto de encuentro junto al mirador de Valdebernardo, a los pies de la montaña artificial del parque. La entrada más cercana es por la avenida de las Comunidades (junto al Centro de Transfusión), que permanecerá abierta al público pasada la medianoche con motivo de esta celebración.

Las Perseidas son visibles desde todo el hemisferio norte en pleno verano. Las velocidades de estos meteoros pueden superar los 50 kilómetros por segundo y su tasa de actividad puede llegar a los 200 meteoros por hora. Su alta actividad, junto con las condiciones atmosféricas favorables en verano para la observación durante el verano boreal, hace de las Perseidas la lluvia de meteoros más popular, y la más fácilmente observable, de las que tienen lugar a lo largo del año.

Aunque las perseidas parecen venir de la constelación de Perseo (de ahí su nombre), se pueden ver en cualquier parte del cielo. Conviene dirigir la mirada hacia las zonas más oscuras, en la dirección opuesta a la posición de la Luna si la observación se realiza antes de su ocaso. Lo más cómodo es tumbarse y esperar a que la vista se acostumbre a la oscuridad.

¿Por qué suceden?

Los cometas, según describen sus órbitas alrededor del Sol, van arrojando al espacio un reguero de gases, polvo y escombros (materiales rocosos) que permanece en una órbita muy similar a la del cometa progenitor.

Cada cometa va formando así un anillo en el que se encuentran distribuidos numerosos fragmentos cometarios. Cuando la Tierra, en su movimiento en torno al Sol, encuentra uno de estos anillos, algunos de los fragmentos rocosos (meteoroides) son atrapados por su campo gravitatorio y caen a gran velocidad a través de la atmósfera formando una lluvia de meteoros.

La fricción con los gases atmosféricos calcinan y vaporizan los meteoros que aparecen brillantes durante una fracción de segundo formando lo que popularmente denominamos estrellas fugaces. No se trata por tanto de una estrella sino de una partícula de polvo incandescente.

La altura a la que un meteoro se hace brillante depende de la velocidad de penetración en la atmósfera, pero suele estar en torno a los 100 kilómetros. Sin embargo, el alto brillo y la gran velocidad transversal de algunos meteoros ocasionan un efecto espectacular, causando la ilusión en el observador de que están muy próximos. Los meteoroides de masa menor al kilogramo se calcinan completamente en la atmósfera, pero los mayores y más densos (de consistencia rocosa o metálica), forman meteoritos: restos calcinados que caen sobre el suelo.

Cada año a principios de agosto nuestro planeta cruza la órbita del cometa 109P/Swift-Tuttle, que tiene un período de 133 años y que pasó cerca del Sol por última vez en 1992. Esta órbita está llena de partículas pequeñas, como granos de arena o menores, que han sido liberadas por el cometa en sus pasos anteriores. Cuando una de estas partículas, que formaron en su día la cola del cometa, entra en la atmósfera terrestre a gran velocidad, la fricción la calienta hasta vaporizarla a gran altura.

La correspondiente lluvia de meteoros parece tener un único centro de origen, un punto del que parecen surgir todas las estrellas fugaces. Ese punto se denomina «radiante» y su localización se utiliza para nombrar a la lluvia de estrellas. Así pues, las perseidas tienen su radiante en la constelación de Perseo.

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