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La muralla cristiana de Madrid, un tesoro que se «esconde» en un jardín casi secreto

Gacetín Madrid
  • En la calle del Almendro 15-17 puedes ver un lienzo de 16 metros de longitud de la muralla medieval del siglo XII, recientemente restaurado.
  • Los restos salieron a la luz tras la demolición de un edificio en 1968 y la prensa de la época los calificó como “un monumento arqueológico de extraordinaria importancia”.
  • Diversos establecimientos y edificios de la Cava Baja atesoran también restos de esta fortificación.

¿Has visto alguna vez restos de la muralla medieval cristiana de Madrid? Hay varios diseminados por el corazón de la ciudad pero recientemente han sido restaurados para que los contemples en todo su esplendor los que sitúan en la calle del Almendro 15-17.

Se esconden en un pequeño jardín casi secreto salpicado de almendros, en honor al nombre de la calle donde se ubican. Desde él puedes asomarte a un potente lienzo de la muralla del siglo XII, de 16 metros de longitud y 6 de altura media, y sumergirte de lleno en una parte de la historia de nuestra ciudad.

La muralla cristiana comenzó a levantarse en el siglo XI, tras la incorporación de Madrid a la corona de Castilla durante el reinado de Alfonso VI, y siguió su construcción coincidiendo con la inestabilidad de fronteras y dominios durante el siglo XII y primer tercio del XIII.

Su recinto interior alcanzó las 33 hectáreas, aproximadamente una cuarta parte de la superficie del parque de El Retiro, y un perímetro de unos 2.200 metros. Partía de la antigua muralla islámica, aproximadamente de donde hoy se sitúa el parque del Emir Mohamed I, cruzaba la calle de Segovia, antiguamente llamada el barranco de San Pedro, y luego discurría por Don Pedro, Cava Baja, Puerta Cerrada, Cava de San Miguel, Escalinata y la plaza de Isabel II, desde donde enfilaba hacia el Real Alcázar, donde hoy se ubica el Palacio Real.

Esta fortificación protegería a los madrileños hasta el siglo XVI cuando, coincidiendo con el establecimiento de la capitalidad durante el reinado de Felipe II y habiendo perdido ya su funcionalidad, comenzó a derribarse de forma paulatina.  Además, en algunas zonas, y debido al crecimiento de la urbe, fueron construyéndose edificios adosados a ella hasta que poco a poco fue desapareciendo de la vista.

Descubierta tras una demolición

Los operarios que trabajaban en la demolición del edificio de la calle del Almendro, 17, que amenazaba ruina, se debieron llevar una gran sorpresa cuando toparon con un gran paredón que no esperaban encontrar y que parecía de otra época. Seguramente no eran conscientes de que habían dado con los resto de la antigua muralla medieval.

El 29 de julio de 1968,  La Hoja del lunes se hacía eco de la noticia en un artículo a cuatro columnas que calificaba los restos como “un monumento arqueológico de extraordinaria importancia”. El autor llegó a comparar el hallazgo con la muralla de Ávila, debido a que su altura en algún tramo alcanza los 11 metros. Ya en aquel momento, el periodista abogaba por la conservación del patrimonio histórico de la capital, finalizando su artículo con una frase que seguramente hoy todos suscribimos: “La ciudad existe por su realidad, pero también por sus monumentos y sus lugares evocadores del pasado”.

Tras la demolición del inmueble, el lienzo de la muralla presentaba graves signos de deterioro, cortes, interrupciones y añadidos totalmente incompatibles con su valor monumental, lo que la hacía difícilmente reconocible.

La restauración realizada ahora ha restituido de forma puntual el material perdido para garantizar la seguridad y la estabilidad del muro. Asimismo, se han repuesto los morteros de cal perdidos y se han identificado las zonas originales y sus materiales. Se han retirado las partes añadidas de ladrillo, chapa y uralita que coronaban la muralla y se ha dado un tratamiento superficial diferenciador a aquellas partes que no conservaban los materiales originales. Todo listo para trasladarnos a novecientos años atrás.

En el interior de edificios y restaurantes

Restos de la muralla medieval todavía pueden verse en diversos lugares del barrio de  los Austrias, sobre todo en las denominadas cavas, que se establecieron a lo largo del antiguo foso que protegía la muralla cristiana y de ahí su denominación. Entre estos vestigios figuran los que puedes contemplar en la Cava Baja, en los establecimientos de La Posada del Dragón y la Posada del León de Oro donde se aprecian restos bajo superficies acristaladas.

También podemos toparnos con estos vestigios en los bajos del restaurante ubicado en la plaza de Isabel II, 3. Si bajas las escaleras para ir al aseo podrás apreciar un buen esquinazo de la muralla.

Fuente, texto y fotos: Diario Madrid

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