Las asociaciones vecinales registran más de 500 alegaciones al proyecto de la antigua fábrica de CLESA

Gacetín Madrid

La FRAVM y las asociaciones vecinales de los barrios afectados por la ‘Ciudad de la Medicina’ y el ‘Matadero del Norte’ han presentado más de 500 alegaciones al proyecto, que contempla la construcción de tres altas torres, dos de ellas de más de 100 metros de altura.

Precisamente esta actuación, que la FRAVM califica de auténtica “barbaridad urbanística”, es la que está generando una controversia mayor en el entorno y ha impulsado a 501 vecinos a firmar un escrito de alegaciones que se suman al registrado, como entidades, por la federación y las AAVV La Unión de Fuencarral, Begoña, Valverde, La UR del Poblado Dirigido de Fuencarral y La Flor del Barrio del Pilar.

Junto a las alegaciones vecinales, otros colectivos como el Movimiento Asambleario de Trabajadores de Sanidad presentaron sus propuestas durante el periodo de información pública del proyecto, que finalizó el pasado lunes 3 de mayo.

Tras lograr su cesión gratuita, el Ayuntamiento de Madrid tiene la intención de poner en marcha en la nave de la antigua fábrica de leche CLESA de Fuencarral un nuevo polo cultural, siguiendo el modelo de Matadero Madrid.

Para ello, ha propuesto una modificación del PGOUM que, además de proteger el inmueble por sus valores arquitectónicos, plantea la sustitución de los usos industriales de la parcela por nuevos usos terciarios, que se desarrollarán en edificios de entre 5 y 32 alturas y un aparcamiento de más de 800 plazas.

Estas torres, situadas junto a la nave, albergarán un hotel u otro tipo de alojamientos hoteleros enfocados a atender la demanda de los usuarios y el personal del hospital Ramón y Cajal, de ahí que a esta parte de la propuesta se la conozca como ‘Ciudad de la Medicina’.

Ls instalaciones de la antigua CLESA (Centrales Lecheras Españolas SA), que cerraron sus puertas en 2012 después de que su último dueño, José María Ruiz Mateos, llevara la compañía a la ruina, se encuentran en la cara norte de centro hospitalario, entre los barrios de Begoña y Fuencarral.

Muy deterioradas por la ”negligencia de la la propiedad”, es decir, Metrovacesa, de los últimos años, se levantan sobre una parcela de 36.959 metros cuadrados. Ideada por el arquitecto Alejandro de la Sota y el ingeniero Manuel Ramos en los años 60 del siglo pasado, la nave de CLESA aparece como “una de las más icónicas construcciones industriales españolas del siglo XX”, en palabras del Ayuntamiento.

Las asociaciones vecinales de estos barrios y la FRAVM ven con buenos ojos la creación de un nuevo centro cultural público de referencia en su interior, aunque temen que este ‘Matadero del Norte’ no sea «más que una nueva ocurrencia sin mucha base».

¿Dónde están los estudios y planes del equipamiento cultural que iría en la nave?” se preguntan estas entidades, que subrayan que antes de lanzarse a desarrollar esta propuesta, el Ayuntamiento «debería preocuparse por satisfacer las necesidades más inmediatas de los vecinos y vecinas residentes en el entorno, tanto más cuando aquellas se llevan poniendo sobre la mesa durante décadas”. Necesidades como un centro de mayores y otros equipamientos públicos.

Pero el aspecto que ha generado las críticas más contundentes es «el incremento desmesurado de la edificabilidad que incluye la modificación del PGOUM». Aquella pasa de 1,6 m²/m² a 2,4 m²/m² un aumento del 50% que, a tenor de los responsables del Ayuntamiento, se justifica por la “protección y obtención gratuita de la nave industrial” y por el “interés general”.

Pero, realmente, la cesión “no es gratuita para el erario público, toda vez que el Ayuntamiento de Madrid habrá de hacer una cuantiosa inversión en rehabilitación (más de 18 millones de euros), y el interés general ya está a salvo en tanto la protección de los valores arquitectónicos es independiente de la titularidad del suelo y la obtención de suelo dotacional es ineludible”, sostiene la federación vecinal en su escrito de alegaciones.

La nave cuenta actualmente con una protección de “nivel 3 grado parcial”, algo que las asociaciones vecinales consideran positivo, aunque les gustaría que fuese “nivel 2 estructural”, una protección un poco mayor.

«Una edificabilidad tan desmesurada se traduce en construcciones de entre 5 y 32 alturas. De hecho, el proyecto prevé la edificación de una torre “más alta que el edificio España y casi tan alta como la torre Madrid, seguida por otras construcciones de 100 metros (algo menos que las torres inclinadas de la plaza de Castilla) y 80 metros. En un ámbito pequeño, de un plumazo se meten tres torres, dos de ellas entre las más altas de la ciudad” indica la FRAVM.

Estos rascacielos «no solo romperán con la estética de la zona sino que generarán graves problemas sobre el soleamiento de las edificaciones que caen al norte, al tiempo que arruinan las vistas en todo el entorno”.

Más congestión

Por otro lado, las asociaciones vecinales temen que la apertura del ‘Ciudad de la Medicina’ yd el ‘Matadero del Norte’ contribuyan a «empeorar, aún más, la movilidad en el entorno, muy condicionada por el trasiego constante de vehículos que genera la actividad del hospital Ramón y Cajal y del polígono industrial anejo».

«La zona, además, se ubica en el norte de Madrid, cuyo crecimiento -industrial y residencial- en las últimas décadas ha derivado en una situación de movilidad congestiva en las horas punta. La M-607 presenta ratios I/C (intensidad/capacidad) muy altos, Cardenal Herrera Oria sufre importantes atascos y el aparcamiento es una odisea”, sostiene la FRAVM. Y esto, sin reparar en el enorme impacto que tendrá la operación Madrid Nuevo Norte si se llega a ejecutar».

Las únicas medidas paliativas que ofrece el proyecto son la construcción de una pasarela peatonal sobre las vías del tren entre el hospital y Herrera Oria y la mejora de los accesos a la estación de Cercanías Ramón y Cajal. «Incomprensiblemente, los autores de la propuesta, a pesar de que reconocen que el nuevo ámbito originará miles de viajes al día, sostienen que esto tendría una influencia prácticamente inapreciable”. “Una conclusión de este tenor desacredita el estudio que la respalda”, critica la FRAVM.

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