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Los Teatros del Canal acogen la presentación del ciclo ‘Nadie sabe todavía de lo que un cuerpo es capaz’

Gacetín Madrid

La Comunidad de Madrid ha presentado este miércoles en los Teatros del Canal el ciclo ‘Nadie sabe todavía de lo que un cuerpo es capaz’, un proyecto puesto en marcha en colaboración con el Centro de Arte Dos de Mayo y formado por tres obras, que pone de manifiesto un espacio de trabajo común: el cuerpo entendido como una construcción permanente y, por lo tanto, en permanente conflicto.

La Sala Negra de los Teatros del Canal acogerá dos de los montajes: Archive, de Arkadi Zaides / Institut des Croisements, hoy 23 y mañana 24 de enero; y Displacement de Mithkal Alzghair / Hek-Ma, los días 26 y 27 de enero. Y en el CA2M de Móstoles se representará, el 31 de enero, Farci.e de Sorour Darabi.

El contundente solo Archive, del polémico creador israelí Arkadi Zaides, parece ilustrativo. Como casi toda su obra, esta nueva creación tiene que ver con la tensión permanente entre israelíes y palestinos. En esta ocasión el creador hizo alianza con el Proyecto B’Tselem, una iniciativa del Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos, que desde 2007 distribuye cámaras de vídeo entre palestinos que viven en zonas de alto conflicto para documentar las violaciones de derechos humanos.

Zaides analizó 4.500 horas de vídeo y extrajo todo un vocabulario corporal que, acompañado de sonidos guturales, él reconvierte en frases coreográficas que pretenden trascender lo geopolítico y convertirse en un catálogo universal de gestos de odio y violencia. Su cuerpo es, entonces, el archivo del título.

Zaides nació en Bielorrusia, en 1979. Vivió la diferencia al ser el único niño judío de su clase. Se mudó a Tel Aviv en 1990 y cayó seducido por la danza. Bailó para Yasmeen Godder y formó parte del potente equipo de la Batsheva Dance Company. Hoy, convertido en coreógrafo y bailarín independiente, vive en Francia donde desarrolla su trabajo con más libertad.

Archive tuvo reacciones muy encontradas durante su estreno en Tel Aviv pero una enorme aceptación en París, presentándose en el mismo Teatro Chaillot donde, en 1948, se hizo la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Con trabajos anteriores, Quiet y Solo siento, visitó el Mes de Danza de Sevilla y el Festival BAD de Bilbao.

Por su parte, Mithkal Alzghair (Siria, 1981) convierte en baile las ataduras del sistema colonial, militar y religioso: ofrece una revuelta bailada del cuerpo sirio exiliado, que también danza un duelo colectivo en curso.

La festividad que supone el dabke, una forma de danza tradicional siria, es presentada en Displacement con una frialdad mecánica que la convierte prácticamente en una marcha militar. A veces, también, en una danza de la desesperación. Intencionadamente, el bailarín y coreógrafo Mithkal Alzghair ha querido resaltar cómo el folclore, entendido como seña de identidad de un país, está condicionado por su devenir político, religioso, bélico y militar.

La inmigración forzada y la situación del exiliado, los efectos devastadores de la guerra y el desarraigo son temas que planean por Displacement, un díptico coreográfico compuesto por un solo y un trío masculino, en el que Alzghair ha querido bailar sus preocupaciones y las de miles y miles de inmigrantes que han salido de Siria huyendo despavoridos.

Alzghair estudió danza clásica y moderna en Damasco. Cuando se marchó a Montpellier (Francia) para estudiar un máster en danza sabía que su salida no tenía retorno, que era una huida como la de tantos vecinos y amigos. Por ahora, su obra permanece obsesionada con el tema de la identidad y en Displacement se manifiesta a través del cuerpo entendido como un instrumento folclórico, político y militar.

La tercera obra llega de la mano de Sorour Darabi, un-una artista iraní autodidacta que vive y trabaja en París. Tras trabajar en la red underground en Irán, estudió en el Centro Coreográfico Nacional (CCN) de Montpellier, Francia.

¿Qué sucede cuando creces con un idioma neutral, sin diferenciaciones de género, y llegas a un país donde todo lo tiene? ¿Cómo podemos hablar de identidad cuando un idioma ya determina qué es masculino o femenino? El-la joven artista iraní Sorour Darabi se enfrentó a esto cuando llegó a Montpellier para estudiar danza.

El farci, su lengua materna, no tiene formas masculinas o femeninas. El francés, por otro lado, constantemente le obliga a distinguir entre hombre y mujer, incluso en la búsqueda de su lenguaje de movimiento. Aceptar una palabra se convierte en una prueba física. Darabi se rebela contra esta forma violenta de autoridad. Farci.e (2016) es un solo andrógino que coquetea con los límites del género, el lenguaje y la sexualidad.


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