por Carmen Alemany Panadero
Las adicciones van tomando nuevas formas con el surgimiento de nuevas sustancias psicoactivas y de nuevas formas de adicción sin sustancias. El Sistema de Alerta Temprana, dependiente del Plan Nacional sobre Drogas, ha registrado 43 nuevas sustancias estupefacientes en su último informe de 2017. Muchas de estas nuevas drogas son sintetizadas en China e India para producir efectos más potentes que los de las drogas tradicionales.
Entre las nuevas drogas se hallan el éxtasis líquido, el spice, la mefedrona, el krokodil, la cocaína rosa, la flakka y la ketamina. La edad media de inicio de consumo está entre los 14 y los 15 años, según datos del Ministerio de Sanidad. Algunas de estas drogas son extremadamente peligrosas. El éxtasis líquido puede resultar mortal incluso en la primera ingesta, con alucinaciones y estados comatosos. La mefedrona es un fertilizante de plantas que causa taquicardias, estrechamiento de la aorta y deshidratación. La ketamina es un anestésico de uso médico, que utilizada con fines recreativos causa alucinaciones, arritmias, depresión respiratoria, aumento de la presión intracraneal e intraocular y convulsiones. El spice es una especie de cannabis sintético que puede producir hipertensión, taquicardias y convulsiones. La cocaína rosa puede causar graves ataques de pánico y trastornos psicóticos. El krokodil produce daños severos en los tejidos, flebitis y gangrena, la piel adquiere un aspecto verde y escamoso y reduce significativamente la esperanza de vida del consumidor. La flakka produce psicosis, alucinaciones, arritmias, paranoias y agresividad extrema.
Internet ha aumentado la facilidad de acceso a las nuevas drogas. Muchas de estas sustancias son legales para el uso para el que fueron originalmente creadas (fertilizante, sales de baño, disolvente). Otras se venden como incienso o ambientador de coches. Otras se mezclan en casa sin dificultad. No resulta difícil acceder a muchas de estas sustancias con un clic. No es necesario buscar un camello ni entrar en contacto con redes ilegales. Los adolescentes tienen muchas de estas sustancias al alcance de la mano.
Adicciones sin sustancias
Además de las nuevas sustancias estupefacientes, existen cada vez más adicciones sin sustancias, como la adicción a las apuestas en línea, al juego, a las compras, a la pornografía o a las nuevas tecnologías. La proliferación de salones de juego en muchos barrios está generando un aumento de casos de ludopatía y un elevado riesgo para los adolescentes, Entidades como la Asociación Prevención y Ayuda al Ludópata (APAL) han alertado de que muchos jóvenes acceden a estas salas sin que exista un control efectivo de que hayan cumplido la mayoría de edad y advierten que ya hay menores con grandes deudas. Según el informe Estudes, un 6,4% de los jóvenes entrevistados han apostado por Internet y un 13,6% lo ha hecho en locales. La Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM) ha alertado del aumento de casos de ludopatía, señalando que el número de personas que tienen vetada la entrada en los locales de apuestas se ha cuadruplicado entre 2013 y 2017 en la Comunidad de Madrid. Esta entidad también ha solicitado que se alejen los salones de juego de los centros educativos. Los Distritos madrileños donde más han proliferado estas salas son también los más vulnerables: Puente de Vallecas, Usera, Villaverde, Carabanchel, Latina y Vicálvaro.
En televisión se escucha de forma agresiva, repetitiva, la sintonía publicitaria de un anuncio. “¡Gana, gana, gana! ¡Apuesta, apuesta, apuesta!”. En este spot, un conocido presentador de televisión ofrece un número de teléfono donde realizar apuestas. Sencillo y fácil. Actualmente Hacienda está trabajando en un decreto para regular la publicidad de los juegos de azar y las apuestas en línea, con el fin de evitar la publicidad en horario infantil o en eventos lúdicos o deportivos en los que puedan tener presencia menores de edad. Hasta que se produzca la regulación, estos anuncios no vulneran la legalidad, pero sitúan las apuestas al alcance de niños y adolescentes y de muchas personas en situación vulnerable (como personas ludópatas en rehabilitación, por ejemplo, que no pueden protegerse de semejante avalancha de publicidad agresiva).
El móvil y las redes sociales también generan dependencias. El uso compulsivo del móvil genera una serie de consecuencias negativas: ansiedad, palpitaciones, sudores, irritabilidad, malestar, síndrome de abstinencia, falta de concentración en los estudios, riesgos en la conducción, dedicar todo su tiempo libre al móvil, pérdida de interés en otras actividades y aficiones, aislamiento y pérdida de interés en las relaciones sociales fuera del mundo virtual. La necesidad de conexión llega a convertirse en una conducta irreprimible e incontrolable.
¿Es posible prevenir?
Para prevenir el consumo es necesario reducir los factores de riesgo y aumentar los factores de protección. Entre los factores de riesgo se encuentran el hecho de vivir en un entorno desfavorecido, debilidad de los lazos familiares, falta de supervisión familiar, desarraigo del adolescente en su comunidad, fracaso y absentismo escolar, fácil acceso a las drogas, implicación en bandas o problemas de conducta. Algunos factores protectores son unos vínculos familiares sólidos, la implicación positiva del adolescente en la familia, la escuela y la comunidad, el reconocimiento de su aportación en estos entornos, la capacidad de pensar de manera crítica, educación en valores éticos (López y Rodríguez Arias, 2012). La prevención se puede llevar a cabo en los centros educativos, en espacios educativos no formales (asociaciones, grupos, clubes), en la familia, dentro de la comunidad o desde los servicios de salud. El afecto en la familia, la comunicación y la implicación de los padres son un elemento fundamental en la prevención del consumo de drogas (Fuentes et al, 2015).
Numerosas asociaciones realizan programas de prevención dirigidos a niños y jóvenes. Estos programas fomentan el ocio saludable, la convivencia, la integración y pertenencia a un grupo, la educación en valores, así como información sobre los riesgos del consumo de sustancias. Algunas asociaciones que desarrollan programas socioeducativos y preventivos son la Asociación Alucinos, la Asociación Colectivo San Blas, la Asociación Abierto hasta el Amanecer, la Asociación de Familias contra las Drogas, la Fundación Salud y Comunidad, Proyecto Hombre y numerosas asociaciones de infancia y juventud (en este artículo se puede encontrar una guía de recursos). Algunos Ayuntamientos también ofrecen programas de prevención para adolescentes. El Ayuntamiento de Barcelona cuenta con un Servicio de Orientación sobre Drogas para adolescentes y con el Programa Salud y Escuela. El Ayuntamiento de Madrid también dispone de un servicio de prevención de adicciones y de un programa de intervención en zonas de consumo activo.
Las familias que necesiten orientación sobre el posible consumo de sus hijos e hijas, pueden acudir a entidades como la Asociación Cauces, la Asociación Punto Omega, la Asociación ABD o Proyecto Hombre. Existen numerosas entidades en cada una de las Comunidades Autónomas que trabajan con los jóvenes afectados y sus familias. La Asociación Proyecto Hombre dispone de un curso de formación gratuito para familias: ¿Qué hacer si mi hijo adolescente consume drogas? En algunas localidades también existen centros públicos de prevención y tratamiento, como los CAID de la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid o los CAD del Ayuntamiento de Madrid, o la Red de Atención a las Drogodependencias de la Generalitat de Cataluña. El Ayuntamiento de Madrid dispone de recursos específicos para adolescentes y jóvenes, como los ASPA, que ofrecen apoyo socioeducativo y prelaboral.
En lo referido a las adicciones a las apuestas y al juego, diversas entidades sociales y vecinales están exigiendo cambios en la normativa para prevenir el aumento de los casos de ludopatía, especialmente entre niños y adolescentes. Entre las propuestas que plantean la FRAVM y otras entidades, se encuentra la creación de zonas de protección a la población vulnerable (por ejemplo, en el entorno de centros escolares), la regulación de la distancia mínima entre salones de juego, un mayor control en el registro de jugadores (para evitar que accedan menores de edad), la obligación de pagar a través de una entidad bancaria, restricciones a la publicidad de apuestas y juego, y que se destine un porcentaje de los beneficios por marketing publicitario a campañas para la prevención de la ludopatía.
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