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Trump: de parodia a amenaza para la seguridad internacional

Gacetín Madrid

por CARLOTA NÚÑEZ STRUTT

Imágenes de cómo Trump hacía que sus guardaespaldas expulsaran a un periodista de Univision -la cadena Hispana con mayor difusión en EEUU- de uno de sus actos, el uso de la matanza de Orlando para promover la Islamofobia; y el discurso de la segregación y el cierre de fronteras a Mejicanos, Musulmanes e inmigrantes bajo una apelación etnocentrista evoca una peligrosa sensación de Déjà-vu con la Alemania Nazi en sus orígenes.

La xenofobia de la mano de la ignorancia, teniendo bajo su yugo un arsenal nuclear es una amenaza para la seguridad internacional. Siempre me ha fascinado la crisis de los Misiles de Cuba como un análisis del poder duro frente al poder blando y el papel de la diplomacia en uno de los momentos de mayor tensión internacional después de las dos grandes guerras mundiales. Imaginar a Trump teniendo la misma responsabilidad que tenía Kennedy en una hipotética escalada del conflicto adecuada a nuestro contexto social actual es algo aterrador.

Al igual que la radicalización se ha expandido por Europa de manera casi imperceptible, pero llegando a gobiernos como el de Polonia, el casi sorpaso del Frente Nacional en las elecciones Regionales Francesas y la victoria del Brexit en Gran Bretaña, Trump ha pasado de ser un candidato que hacía reír a los ciudadanos al anunciar su candidatura a un potencial actor clave de las relaciones internacionales. Aunque tras la caída del muro de Berlín y el final de la Guerra Fría, el orden internacional ya no esté condicionado por dos bloques, es innegable la influencia internacional de Estados Unidos en las relaciones internaciones como punto de cohesión del mundo occidental.

La historia ha demostrado que no somos consientes de la magnitud de los conflictos hasta bien entrados en ellos: Hitler se anexionó Austria y Checoslovaquia contradiciendo numerosos avisos internacionales, pero no fue hasta la invasión de Polonia que la segunda guerra mundial fue declarada. Si bien es cierto que numerosos factores incidieron en el catalizador de la segunda guerra mundial (como los horrores de la primera y los intereses políticos de los futuros aliados), los mismos patrones de inacción global se perpetúan a lo largo de la historia.

A día de hoy estamos en el mayor periodo de paz aparente para el mundo occidental, pero a nuestras puertas se está desarrollando un virulento conflicto global. Al igual que en la guerra fría no hubo enfrentamientos directos entre Rusia y EEUU, sino que fueron trasladados a Vietnam, Afganistán, Korea… Las réplicas de un conflicto en oriente sacuden nuestro paraíso Europeo en la forma de ataques terroristas. Ha llegado la hora de preguntarse también si el conflicto tradicional de guerra no ha mutado a terrorismo y si es así, si la defensa tradicional no debe de hacerlo también a la prevalencia de la inteligencia militar frente al poder bélico.

A la luz de la anarquía global a la que nos enfrentamos y una anomia social; el auge de los populismos intenta desbancar a los partidos democráticos. A la luz del terror la xenofobia de Trump es una anestesia para la desinformación, el pánico y la cruda realidad. Trump, su ignorancia y su vehemencia son peligrosos. Pero Trump, su ignorancia, su vehemencia y el apoyo de una sociedad fracturada son una bomba de relojería.

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