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La relectura del mito bíblico de Caín y Abel llega al madrileño Teatro de la Abadía

Gacetín Madrid

Desde su estreno en 2014, Terrenal se ha convertido en todo un referente y uno de los mayores fenómenos de la escena independiente bonaerense

Con más de cuatro décadas de carrera a sus espaldas, el argentino Mauricio Kartun está considerado como uno de los grandes maestros de su país —creadores como Veronese y Tolcachir aprendieron con él—, además de un referente del teatro latinoamericano.

Desde su debut en 1973 con Civilización… ¿o barbarie?, este autor y director se ha labrado una carrera marcada por el compromiso con la actualidad política de su nación así como una escritura enraizada en la mitología clásica.

Ambas cualidades se reflejan en Terrenal. Pequeño misterio ácrata, una relectura del mito bíblico de Caín y Abel pasado por el teatro del absurdo, que, tras una breve visita en el Festival de Otoño de 2017, regresa a La Abadía para fortuna y disfrute de todos los aficionados al teatro. Todo un acontecimiento que podrá disfrutarse en la Sala Juan de la Cruz del 17 de octubre al 3 de noviembre.

Desde su estreno en 2014 en el Teatro del Pueblo de Buenos Aires, Terrenal se ha convertido en uno de los mayores fenómenos de la escena independiente de la siempre efervescente cartelera bonaerense. Ha completado su sexta temporada consecutiva en Buenos Aires a sala llena.

Acumula alrededor de 800 funciones y más de 80.000 espectadores. Ha participado en 18 festivales internacionales y ha ganado 25 premios en todas sus categorías. Crítica y público han aplaudido esta tragicomedia que ya ha recorrido gran parte de los países latinoamericanos.

El mito de Caín y Abel

Kartun dice haber escogido a Caín y Abel como centro de la obra porque fueron alguna vez la metáfora del enfrentamiento entre los dos grandes arquetipos: el sedentario y el nómada. La alegoría bíblica, en manos de Kartun, se transforma en un conflicto de origen patronal más que de odio fraternal, con marcado acento criollo. Entre lo mitológico y la identidad patria, entre la razón y la emoción, Kartun fusiona relatos bíblicos con una crítica política al capitalismo.

En el libreto, Caín representa a un pujante productor celoso de sus bienes y Abel, a un trabajador feliz de su libertad. Ambos relatan refranes y dichos típicamente argentinos a la espera de que aparezca su abuelo ausente, Tatita, un ser hedonista y burlón.

La tensión entre los hermanos opuestos constituye la estructura misma de la obra: el conflicto. Caín asegura sobre la relación con su hermano Abel: Somos el uno y el otro. Cosa y sombra. Esta concepción de la realidad fundada en la dialéctica se manifiesta de manera explícita en la figura del Dios (Tatita) ausente: Y quién te dijo que pelear estaba mal, idiota… Pelear es ser par. El bofetón es vida. Sin choque no hay chispa. Nada se mueve sin riña. Sin duda la dialéctica alude también a la lucha de clases marxista.

Las consecuencias de abrazar el capitalismo salvaje o el ecosocialismo como modelos organizativos de sociedad estallarán en un final que no por conocido ha dejado de helar el corazón de los espectadores. Un clímax aún más chocante por el tono cómico, cercano al slapstick y al teatro de variedades, con el que el director guía el recorrido de estas figuras con rasgos que recuerdan tanto a los personajes de Esperando a Godot como al dúo cómico formado por Stan Laurel y Oliver Hardy.

Los veteranos Claudio Da Passano, Claudio Martínez Bel y Rafael Bruza interpretan memorablemente al trío protagonista. Se crea un vínculo íntimo con esos actores descomunales, esa poética brillante, entre lo filosófico, lo político y la sobremesa inspirada después de un asado intensivo, apuntaba Claudio Tolcachir en una crítica para La Nación.

Teatro de varieté

En Terrenal, los actores se valen de arquetipos, de elementos circenses que pueden acercarse a un varieté. Los tres personajes de Terrenal podrían relacionarse con distintos prototipos circenses. En primer lugar, Tata Dios se asocia al payaso blanco, porque representa las leyes del mundo adulto, el orden; es autoritario y malicioso.

Kartun eligió un Dios panzón, amante del vino, de la fiesta y de la siesta. Caín representaría al payaso bobo, de fundamental importancia para que la catástrofe se desencadene en la obra.

Abel es quien se encuentra más cercano a un clown por su maquillaje y expresiones faciales. Su caracterización podría responder a la de un Pierrot, personaje de la commedia dell’arte italiana, que representa la melancolía permanente por la ausencia del padre.

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