Madrid comienza la lucha contra la procesionaria: el 67% de los pinos están afectados

Gacetín Madrid

La Comunidad de Madrid, a través de los efectivos del Cuerpo de Agentes Forestales, inicia esta semana la primera campaña de la temporada para luchar contra las procesionarias del pino, insectos lepidópteros nocturnos que pueden provocar graves daños a nuestras mascotas, en especial a los perros, y afectar a la salud de las personas que entren en contacto con ellas. La campaña se lleva a cabo todos los años entre los meses de marzo y mayo.

Las orugas de la procesionaria habitan en bolsones ubicados en los pinos, de cuyas hojas se alimentan. Cuando las condiciones les son favorables, bajan al suelo para convertirse en mariposas y reproducirse, formando una especie de ‘procesión’. De ahí el origen del nombre.

Es en este momento cuando pueden entrar en contacto con nuestras mascotas, generalmente perros, que sufren daños severos en la lengua que pueden incluso provocar su muerte. Las personas pueden verse afectadas por problemas de tipo alérgico, por lo que es aconsejable evitar acercarse a las zonas donde haya núcleos de procesionarias.

La Comunidad de Madrid cuenta con 60.000 hectáreas de pinares, de las cuales 40.000 están afectadas por la procesionaria, en mayor o menor medida. Los agentes forestales, como parte de la campaña puesta en marcha, destacan la importancia de la detección de áreas con elevada densidad de estos insectos con un doble objetivo: la salud forestal y la salud pública.

La procesionaria puede convertirse en un problema para la salud de las masas forestales, propiciar la aparición de otras plagas, disminuir el vigor del arbolado y hacerlo más sensible a los incendios forestales. Por este motivo, todos los años el Cuerpo de Agentes Forestales de la Comunidad de Madrid lleva a cabo una campaña de evaluación del nivel de procesionaria.

Sus efectivos cumplimentan unos estadillos específicos sobre la procesionaria, con el fin evaluar su densidad y determinar si se deben o no tomar medidas como la aplicación de insecticidas, la instalación de trampas de feromonas u otro tipo de tratamiento.

Este año, de manera experimental, los agentes forestales están realizando, junto con la sección de defensa fitosanitaria, un trabajo para intentar predecir el nivel de procesionaria y elaborar un mapa de riesgo en zonas de uso público, que el próximo año se hará público si los trabajos de campo son positivos.

Ciclio biológico de la procesionaria de pino

Los individuos adultos en forma de mariposas se aparean en verano. Tienen hábitos exclusivamente nocturnos, por lo que evitan en gran medida su depredación por las aves diurnas. Su color parduzco las hace confundirse con el medio en que viven y se hacen invisibles a sus depredadores. Salen del suelo al atardecer y se encaraman a hierbas o pequeñas ramas. Posteriormente las hembras son localizadas por los machos y se aparean al anochecer.

La hembra pone sus huevos la misma noche del apareamiento, sobre las copas de los árboles, o donde consideran más oportuno formando puestas muy características en forma de espiral alrededor de una o dos acículas. Cada puesta puede contar con entre 100 y 300 huevos que la hembra protege mediante la colocación de escamas de su propio cuerpo.

Entre 30 y 40 días después​ nacen las larvas (generalmente en los meses de septiembre-octubre). Pasarán por cinco estados larvarios que en zonas frías pueden llegar a durar hasta ocho o nueve meses.

Inmediatamente después de eclosionar los huevos, las larvas empiezan a alimentarse de las acículas de los árboles (género Pinus principalmente), produciendo su defoliación. Al principio, por su tamaño y actividad el nivel de alimentación y la defoliación es moderada. Desde el primer estadio larvario, las colonias de orugas construyen conjuntamente pequeñas bolsas de seda en las partes más soleadas del árbol, para protegerse del frío invernal, a las que acuden por las noches después de alimentarse.

Las orugas tienen comportamiento social y gregario, de modo que durante toda su vida larvaria establecen interacciones cooperativas normalmente con sus hermanas de puesta. También de forma general, desarrollan toda su vida larvaria sobre un mismo árbol, y solo lo abandonan para hacer la procesión de pupa o bien para buscar un pino contiguo si han agotado la totalidad de las acículas del pino donde nacieron (esto solo ocurre en árboles de muy pequeño porte o cuando hay varias puestas sobre un árbol de no mucho porte).

A partir del tercer estadio larvario las orugas desarrollarán pelos urticantes y construyen sobre los árboles unos bolsones mucho más densos y conspicuos, en los que pasarán el invierno. En ellos pasan los periodos diurnos y salen para alimentarse al atardecer. En el quinto estadio larvario las orugas son tremendamente voraces.

Tras alimentarse durante unos 30 días, entre febrero y abril, es decir, al final del invierno, las orugas en esta última fase larvaria descienden al suelo, en características filas indias (de ahí su nombre común de «procesionarias»). Lo hacen así de manera que se protegen mutuamente la cabeza, que es el alimento de muchos pájaros, de esta forma quedan protegidas unas por otras.

Tras su paseo, se enrollan para no dejar ninguna cabeza al descubierto. Está comprobado que es siempre una hembra (una larva que originará un adulto hembra) la que guía la procesión. Esta busca las zonas más soleadas y cálidas, cuando se trata de zonas frías y templadas, o busca lugares más sombreados en el caso de zonas de temperaturas cálidas. La temperatura óptima del emplazamiento del enterramiento es de unos 20 °C.

Finalmente se entierran en el suelo, donde pasan a la fase de pupa o crisálida. Cada oruga teje su capullo, y pasa a la fase de prepupa, cuya duración oscila entre los 21 y 30 días en función de la temperatura. Durante esta fase se producen grandes cambios internos, que dan lugar, tras una nueva muda, a la crisálida. En estado de crisálidas y todavía enterradas sin eclosionar, son la alimentación preferida de las abubillas.

En el siguiente verano, o a lo largo de los cuatro veranos siguientes, si han permanecido en diapausa, las crisálidas hacen eclosión, y surgen las mariposas cuyo periodo de vida es muy corto (entre uno y dos días), que se aparean, comenzando de nuevo el ciclo. Es en esta última fase del ciclo donde las trampas de feromonas son efectivas.

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