Madrid salda una deuda de memoria con las víctimas madrileñas deportadas a los campos de concentración nazi. Desde primeras horas de este viernes, el artista alemán Günter Demnig ha comenzado a colocar las primeras placas Stolpersteine o “tras(pie)dras”, como se denominan en español, un recuerdo con nombre propio a los 450 madrileños -4 mujeres y 446 hombres- que vieron truncada su vida por el horror nazi.

Este rito, que cumple puntualmente Demnig, es para él una muestra de respeto a las víctimas. Luego es la propia ciudad, y ya son más de 1.800 localidades europeas, la que continúa este acto de memoria.

El recorrido se ha iniciado en la calle de Bravo Murillo, 20; luego ha sido Viriato, 2, Pinos Alta, Francos Rodríguez, Nenúfar, son algunas de las calles en las que entre este viernes y el lunes, se colocarán las doce primeras piedras.

Junto con el artista alemán han estado el tercer teniente de alcalde y responsable de la Oficina de Derechos Humanos del Ayuntamiento de Madrid, Mauricio Valiente, y familiares de las víctimas.

“Es una de las formas de memoria más bonitas del mundo y de alguna forma consolida la apuesta de que el Ayuntamiento tenga el recuerdo a las víctimas como un elemento esencial de las políticas públicas de ciudad”, ha explicado Valiente en Francos Rodriguez, 104, ante la placa en homenaje a Eufemio García, deportado a Mauthausen en 1940 y asesinado un año después.

Su hijo, Eufemio, mostraba su emoción al ver cumplida una petición que lleva haciendo años: recordar a quienes dieron su vida por la libertad. Él compartió con su padre y el resto de su familia el  “convoy de los 927” que les llevó a Mauthausen-Gusen. Fue el primer tren de civiles españoles, refugiados en Francia, que salió para los campos el 20 de agosto de 1940. Al bajar, los separaron y no volvió a ver a su progenitor.

El monumento más extenso del mundo

El Proyecto Stolpersteine nació en 1997 en el barrio berlinés de Kreuzberg para rescatar del olvido a las víctimas del Holocausto. Desde entonces se han instalado más de 70.000 piedras en más de una veintena de países, desde Noruega a Grecia, desde Bielorrusia a España y Argentina.

En total más de 1.800 localidades, que lo convierten en el monumento más extenso del mundo. En nuestro país, el proyecto se inició en 2015 en Cataluña, en el municipio de Navás (Barcelona).

Las tras(pie)dras son bloques de cemento, de 96 x 96 x 100 mm, con una placa de bronce con el nombre, fecha de nacimiento, fecha de deportación, de asesinato… datos claves en el relato de la tragedia de cada una de las personas confinadas en algún campo nazi.

Nunca hacen mención al culto que profesaban y, aunque mayoritariamente son víctimas judías, hay también testigos de Jehová, personas sin techo, gitanos, miembros de la resistencia. En el caso de los españoles son mayoritariamente exiliados republicanos, internados primero en los campos  franceses y, posteriormente, entregados a los nazis.