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Madrid Central, la ciudad amable para ricos, turistas y hosteleros

Gacetín Madrid

por Alberto Sánchez Colomo

Un plan que favorece a los pocos privilegiados que pueden seguir permitiéndose el lujo de vivir en Madrid y a los hosteleros y turistas. Una ciudad, en definitiva, que se lleva los problemas del centro a la periferia de la capital y los municipios colindantes.

Con el otoño el Ayuntamiento lanza su nueva Ordenanza de Movilidad “Sostenible” con la intención de crear una ciudad más amable para el peatón. De entre todas las medidas se destaca el Madrid Central, que junto a la actualización del protocolo de contaminación, supone en la práctica el cierre selectivo del centro a los coches

Madrid Central es una medida que basada supuestamente en el ecologismo y en hacer una ciudad más benévola al peatón, culpa a la clase obrera de la contaminación. Con esta decisión se responsabiliza al trabajador medio de la utilización de vehículo propio, como si se tratase de un capricho. La mayoría de los desplazamientos son de casa al trabajo, en los cuáles el tiempo empleado puede incrementarse exponencialmente si utilizamos el transporte público en lugar del vehículo propio.

Se culpa además a los trabajadores con menos recursos por no poder tener un coche nuevo menos contaminante, vehículos que si bien a un muy largo plazo pueden salir más rentables, son significativamente más caros en el momento de la compra inicial. Las etiquetas ambientales son el distintivo por el cuál se identificarán los vehículos que pueden circular en los 5 escenarios de contaminación. El 38% de los coches de nuestra región pertenecen a la categoría “sin distintivo” tratándose de coches de gasolina anteriores al 2000 y diésel anteriores a 2006. Estos coches no pueden acceder al Madrid Central, es decir, si la clase obrera no puede pagarse un coche nuevo, se le niega este medio de transporte. El protocolo anticontaminación se extiende a los barrios más allá de la M30 y a partir del 2 también se prohíbe la circulación a los que no sean ECO y Cero emisiones. En todos los casos, se puede aparcar en parking público o privado.

De esta medida se libran, además, aquellos a los que no les suponga ningún problema gastarse lo que haga falta para dejar su vehículo en un parking abierto al público o a los que puedan hacerse con una plaza de garaje, a precios desorbitados, por el centro.

Esta medida tiene lugar en un contexto acelerado de gentrificación en nuestra ciudad, que surge en los barrios del cen­tro de Madrid en los que aun no se había producido este fenómeno con esta magnitud, irradiando el problema al resto de barrios y municipios periféricos. Los vecinos de toda la vida son expulsados de sus casas, de sus barrios. Los desahucios siguen siendo una rabiosa actualidad, muchos por el impago de los alquileres. Cambian los barrios, se adaptan a sus nuevos vecinos, con sus tiendas y comercios preparados para recibir a los nuevos pobladores con productos acordes al poder adquisitivo medio.

El Ayuntamiento trata de amortiguar dicho encarecimiento poniendo freno a la proliferación de pisos turísti­cos, que molestan por igual a estos nuevos vecinos y a la industria hotelera, mediante una ordenanza municipal que prohibiría la existencia de estos pisos, salvo que ten­gan un acceso independiente de la entra­da común de la finca, lo que en la práctica llevaría a que el 95% de estos pisos turís­ticos no pudiesen continuar dedicados a esta actividad.

Sin embargo, la normativa regional que regula los pisos turísticos tan solo ha in­terpuesto 6 multas desde julio de 2014, archivando el resto de un total de 259 denuncias. No parece un precedente muy halagüeño para quien confíe en que la regulación administrati­va como medio para detener la proliferación de pisos turísticos. Además, como valedor del gran capital la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha impugnado esta y otras normativas urbanísticas municipales, que ponen dificultades a la reproducción ampliada del capital.

El Madrid Central pretende contentar a las capas acomodadas de la población que pueden habitar hoy el centro de Madrid, así como reforzar el posicio­namiento de la ciudad como destino turís­tico, ofreciendo una ciudad más peatonal, más amable, más transitable, más cómoda para el habitante de Centro, de Chamberí, de Argüelles, en detrimento de quienes viven en Vallecas, Villaverde, Leganés o Coslada. Una ciudad así es necesaria, pero para todos y en todos los barrios, no dejando un centro de película para llevar más problemas a los barrios obreros.

La obligatoriedad de que las motos estacionen tan solo en aceras que dejen 3 metros para el paso de peatones, choca con la realidad de muchas aceras donde incluso una persona en silla de ruedas o carritos de niños tienen dificultades para pasar en muchos barrios, o cuando las aceras son invadidas por las terrazas de bares y restaurantes. Todo ello aumentando únicamente el espacio para el estacionamiento de motocicletas en el distrito Centro.

Si queremos una ciudad y una región con menos contaminación y además con mayores posibilidades de disfrute para su mayoría trabajadora, las medidas tienen que apuntar en otra dirección, como la apertura de Metro y Renfe por la no­che, la nacionalización de los servicios de alqui­ler de coches, motos, patinetes y bicicletas compartidas, la extensión del BiciMad a todos los barrios de la capital o la creación de un abono de transporte úni­co al precio del más barato para todos los habitantes de la Comunidad y de provin­cias colindantes que trabajen en Madrid, entre otros.

En el pasado las empresas también se responsabilizaban del transporte colectivo de las plantillas, ¿por qué no recoger en la negociación colectiva este punto? ¿No se exige responsabilidad con el medio ambiente a los trabajadores? Que las empresas pongan su parte. De hecho, no hay que remontarse tan atrás para buscar ejemplos en los que las empresas daban alojamiento a sus trabajadores. Exijámosles este compromiso con la sociedad, aunque podemos esperar su clamor al cielo, diciendo que es imposible. Si un salario mínimo de 900€ supuestamente quiebra sus cuentas… qué no dirán de esta idea.

En definitiva, donde Ahora Madrid vende una medida beneficiosa para todos, se esconde una terrible lógica que beneficia a unos pocos y perjudica a otros muchos. Queremos un Madrid para poder vivirlo, todos, de Fuencarral a Usera, de Vicálvaro a Tetuán.


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1 comentario

Billy 28 noviembre, 2018 - 6:45 pm

Cómo no cambie la cosa, en Madrid solo van a quedar los pudientes. Muchas empresas ya se han dado cuenta de que si no pagan sueldos por encima de la media, ningún trabajador va a ocuparlos ni a vivir en una ciudad que no le sale a cuenta

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