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SAMUR-Protección Civil lleva a cabo dos programas de formación para la ciudadanía madrileña

Gacetín Madrid
  • Alertante y primer respondiente, dos figuras que ayudan a salvar vidas.
  • Cada minuto que se tarda en comenzar las maniobras de reanimación de la persona enferma se incrementa en un 10 por ciento el riesgo de secuelas posteriores.

¿Sabemos cómo actuar en caso de presenciar un accidente o un ataque cardíaco? En teoría, cualquier persona puede teclear en su teléfono el 112 y avisar a Emergencias. Pero ese acto, tan sencillo, no es suficiente. Cuántos más exactos sean los datos que aportemos al operador que recoge nuestra llamada, más eficiente será la atención que reciba el paciente y mayores serán sus posibilidades de supervivencia.

Dar el nombre correcto de la calle o de la plaza donde se ha producido el suceso, dar el número, decir si la persona herida o enferma está en la acera o la calzada, informar de su edad, de si ha perdido la consciencia, etc, son datos que permitirán que los profesionales que están en camino, aun cuando todavía estamos con la llamada de aviso, vayan preparándose para iniciar la asistencia en cuanto se bajen de su vehículo.

Todo esto se aprende en los cursos de formación que organiza SAMUR-Protección Civil a través de su Unidad de Recursos Humanos Voluntarios. “Es importante no sólo hacer, sino también saber avisar”, dice Diego Pasalodos, responsable de Formación a la Ciudadanía. “En ese sentido tenemos dos programas para la población en general, para quienes no tienen conocimientos ni habilidades sanitarias: el Programa Alertante y el Programa Primer Respondiente”.

El “Alertante” puede ser cualquier persona de cualquier edad, incluidos los escolares, por lo que el programa se desarrolla tanto en colegios de enseñanza primaria y secundaria, como en sedes y locales de colectivos sociales.

El programa “Primer Respondiente”, por otra parte, está dirigido a los colectivos que por su actividad cotidiana tienen altas posibilidades de ser los primeros en estar presentes cuando se produce una emergencia sanitaria: policías, bomberos, guardias civiles, personal de aeropuerto, profesores, personal de polideportivos, vigilantes de seguridad, etc.

“Hemos comprobado que, en caso de ataque cardíaco, tener las manos encima del pecho mientras viene la ambulancia aumenta las posibilidades de supervivencia y disminuye las secuelas en el enfermo, lo que es también muy importante para nosotros”, dice Montserrat Marcos, jefe de la Unidad de Recursos Humanos, del que depende la formación a los ciudadanos.

Cada minuto que se tarda en comenzar las maniobras de reanimación del enfermo incrementa en un 10 por ciento el riesgo de secuelas posteriores. Otro dato significativo: a lo largo de un año, SAMUR llega a atender 350 paradas cardiorrespiratorias, consiguiendo en un 60 por ciento de los casos recuperar el pulso del enfermo y en un 22 por ciento salvarlo sin secuelas.

De ahí que en SAMUR se valore y se fomente la formación de la ciudadanía para actuar en caso de ataque. Aunque también es importante, advierten Montse y Diego, que alguien busque un desfibrilador en las inmediaciones del suceso.

Este aparato puede ser utilizado por personas sin instrucción previa, incluso por un niño, porque el mismo va dando las instrucciones, paso a paso, y ayuda a salvar vidas.

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