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El Ayuntamiento de Madrid reconoce institucionalmente la labor de la FRAVM y del movimiento vecinal

Gacetín Madrid
  • El Ayuntamiento de Madrid reconoce “la labor constante, responsable, constructiva y rigurosa, pero también crítica, de la que han dado muestra todos estos años y, gracias a la cual, Madrid es un poco más habitable, más amable y participativa”.
  • El documento señala que desde su legalización, en 1977, “el movimiento vecinal jugó un papel esencial en la conquista de los derechos y libertades democráticas” y “ha ido dejando su huella en la historia de nuestra ciudad y de nuestros barrios”.
  • Muchas de los logros conseguidos llegaron “tras exigencias de participación ciudadana que se tradujeron en pioneros procesos de cogestión de políticas públicas dirigidas a mitigar el desequilibrio social y territorial de la ciudad”.

En el Pleno celebrado hoy martes, 31 de octubre, los cuatro grupos políticos con representación en el Ayuntamiento de Madrid (Ahora Madrid, Ciudadanos, PSOE y PP) han aprobado por unanimidad una declaración institucional con motivo del 40º aniversario de la legalización de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM).

La declaración institucional aprobada por el Pleno señala que:

1977 fue un año clave en la historia de nuestro país. Tras cuatro décadas de dictadura franquista, el pueblo español conquistaba los derechos y libertades básicas y la legalización de las organizaciones sindicales, sociales y políticas.

Estas conquistas no fueron un regalo. Amplios sectores sociales tuvieron que luchar durante décadas, sufrir la violencia y la represión para abrir las puertas a una nueva época. Entre ellos, miles de trabajadoras y trabajadores inmigrantes que arribaron a las grandes ciudades atraídos por la demanda de mano de obra de las grandes concentraciones fabriles. 

Fueron ellos y ellas quienes desde las periferias de Madrid dieron vida a las asociaciones vecinales y a su federación provincial, legalizada al fin tras varios años de actividad y movilizaciones en los que, además de «pan y libertad», se exigía su legalización y reconocimiento. 

El movimiento vecinal jugó, junto a otros movimientos sociales y organizaciones políticas y sindicales, un papel esencial en la conquista de los derechos y libertades democráticas. Desde entonces, sin haber sido protagonista de las crónicas de la Historia, con mayúscula, de nuestro país, el movimiento vecinal ha ido dejando su huella en la historia de nuestra ciudad y en las decenas de historias de nuestros barrios. Tras buena parte de los equipamientos colectivos y políticas públicas orientadas a la mejora de las condiciones de vida colectivas, al reequilibrio de la ciudad o a la conquista de mayores niveles de participación democrática, está el trabajo, la propuesta y, a menudo, la protesta de las asociaciones vecinales.

Fruto de su lucha, miles de familias pasaron del barro al barrio, logrando cambiar las chabolas por viviendas dignas y creando barrios como Orcasitas, Orcasur, Fontarrón, o Palomeras.

Gracias a su impulso, 150.000 personas lograron el realojo en sus barrios y la construcción de miles de viviendas de promoción pública dando lugar a una de las operaciones urbanísticas más importantes de Europa en la segunda mitad del siglo XX y a un episodio único en términos de construcción participada de la ciudad.

Desde entonces, cabe atribuir al movimiento vecinal centenares de conquistas que han servido para garantizar el acceso de la ciudadanía a una vivienda digna; para recuperar la ciudad consolidada, tanto en lo referido a la rehabilitación de su parque residencial como a la defensa de su patrimonio arquitectónico; para mejorar el transporte público y la movilidad; para ampliar y conservar las zonas verdes; para garantizar unos servicios públicos gratuitos y de calidad; y para dotar a los barrios de equipamientos educativos, sanitarios, culturales, deportivos y sociales, que, especialmente en los barrios de nueva creación, siempre han llegado con años de retraso con respecto a las viviendas.

Muchas de esas conquistas materiales, como la operación Barrios en Remodelación, iniciada en 1979, el parque de Pradolongo, el Plan 18.000 de Usera y Villaverde o los Planes Especiales de Inversiones, fueron arrancadas tras sostenidas movilizaciones vecinales y exigencias de participación ciudadana que se tradujeron en pioneros procesos de cogestión de políticas públicas dirigidas a mitigar el desequilibrio social y territorial de la ciudad.

Hoy, cuarenta años después de la legalización de la Federación Provincial de Asociaciones Vecinales de Madrid, agradecemos a la FRAVM y a todas y cada una de las asociaciones que representa, la labor constante, responsable, constructiva y rigurosa, pero también crítica, de la que han dado muestra todos estos años y, gracias a la cual, Madrid es un poco más habitable, más amable y participativa.

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